domingo, 8 de noviembre de 2009

Los muros más perversos permanecen aún de pie



Por Veca Muelle. (*)
Buenos Aires.
Reconocer que los cultos, en su diversidad, ayudaron al mundo a sostener la lucha por la paz es indudable. Hay un muro que cayó en 1989. Si queremos ubicarlo geográficamente podemos decir que estaba en uno de los otros continentes. Precisamente en Alemania Oriental. Y seguramente cientos de pedazos del muro estén ubicados en lugares no necesariamente indispensables.

Hay un muro que nos separa de la Europa academicista, aria, culta, guerrera. Nos separan millones de colores. Sobre todo el que luce nuestra piel. Y si tenemos mala memoria los que viven en medio de la civilización se encargan de hacérnosla recordar.

No somos bien recibidos. Los viajeros de esta América mestiza, profunda, bordeada por los mares Pacífico y Atlántico somos, para el muro que hace la diferencia y cercena la solidaridad, sencillamente, la barbarie.

Esta América morena no quiere parecerse sino a ella misma. Continuar construyendo nuestra identidad es una tarea indispensable. Hay barreras que no terminan de caer. Muchos europeos que habitan paraísos cuidadosamente diseñados, no nos conocen. No nos aman. Y no se puede amar lo que no se conoce, decía Goethe.

Somos sencillos y ardorosos. Estamos llenos de sueños, hoy más que nunca queremos acompañar a nuestros gobernantes para ser libres. Y esa libertad nos hace dichosos.

Hemos sido heridos, brutalmente, golpeados por los cruzados del fundamentalismo del mercado. Han soplado vientos violentos en los últimos 30 años en América Latina. Nos llenaron de muerte. Nos impusieron la ausencia. de los más amados. Nuestro trabajo y nuestra pobreza han hecho ricos a muchos que disponen, desde sus corporaciones, cuándo son tiempos de paz y cuándo son tiempos de guerra.

Nos instalan escenarios. Llenan de mentiras la palabra. Y en medio de esta ingratitud, desgarradoramente junto a nosotros, más castigado aún, está el continente africano. Asignatura pendiente para toda la humanidad. No escucharlos y no mirarlos nos despoja de nuestra condición humana.

Y cuando elegimos, en el uso soberano de nuestra voluntad, elegimos la felicidad. Elegimos el goce para todo continente. Hoy el color de la piel del que gobierna al dueño del mundo, custodio de la hegemonía dominante , nos garantiza muy poco el Nóbel de la paz.

Los dominios del poderoso tienen destinatario: el caudaloso e interminable río Amazonas. El que ocupa la mayor superficie del mundo. Llamado a través de la historia de múltiples maneras. Santa María del Mar dulce lo citaron. Rompedor de embarcaciones lo nombraron los menos indulgentes.

Este río tan azul, último pulmón de la humanidad, nace en los Andes del Sur. En el lago Titicaca, del lado del Perú, cerca de la frontera peruano-boliviana.y se hace caudaloso en la conjunción de los ríos Ucayali, y Marañón. Recorre Ecuador, Colombia, Brasil y Venezuela. Este interminable río de agua dulce, es el recurso natural más codiciado. Y no queremos a los que lo ambicionan. Miramos de reojo a los que instalan sus bases militares en las fronteras de nuestros gobiernos populares. Estos muros que quieren separarnos todavía están de pie. Tabican los pueblos de Medio Oriente. Desdeñan y recelan a los hombres y mujeres de color amarillo.

Quizás un día, cuando los muros estallen de verdad, cuando no queden restos de la perversidad, seremos hombres y mujeres sin fronteras. Cuando los cristianos seamos más cristianos. Cuando los musulmanes sean más musulmanes. Cuando los evangélicos sean más evangélicos. Cuando los budistas sean más budistas. Cuando los humanos tengamos una mirada más ecuménica y nos respetemos en la pluralidad viviremos con generosidad.

Cuando el goce de todos nuestros hermanos deje de ser un sueño y sea real, podremos decir: ha caído el muro de la sospecha, ha caído el muro de la intolerancia. Ha caído el muro de la sinrazón.

Y, finalmente, no serán necesarios los coleccionistas de los mil muros de Berlín que nos aquejan. Por esa plenitud en el ejercicio de la fe, sembraremos campanas. Festejaremos haber hecho realidad un mundo, que en su totalidad, conozca merecidamente la felicidad.+ (PE)

(*). Periodista.

PreNot 8539
091109.



FUENTE:
09/11/2009 - PreNot 8539

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