miércoles, 21 de abril de 2010

El problema sinóptico (II)


José Ángel Fernández, España


“Ahora, se cree que estos cuatro evangelistas cuyos nombres han sido transmitidos de manera sorprendente por todo el mundo, y cuyo número ha sido fijado en cuatro…, han escrito los evangelios en el siguiente orden: primero Mateo, luego Marcos, tercero Lucas y último Juan”

Esto fue escrito por Agustín de Hipona, y esta es la tradición que ha sido transmitida y recibida de generación en generación durante muchos siglos de Cristianismo. De hecho, hasta hace bien poco los cristianos han aceptado, sin poner en duda, que los cuatro evangelios fueron escritos por las personas que los encabezan, y que el orden en que fueron escritos es el mismo con el que los encontramos en la Biblia. Sin embargo hoy día existen evidencias de sobra que nos invitan a cuestionar estas tradiciones de autoría y orden de composición. Dado que esta serie trata del problema sinóptico, dejaré los asuntos de autoría para futuros mensajes. En este mensaje me gustaría profundizar un poco en las evidencias que apuntan a que fue Marcos, no Mateo, el primer evangelio escrito.

Una vez que la relación literaria entre los evangelios sinópticos ha quedado más o menos establecida (ver mensaje anterior) la pregunta que surge es: ¿Quién copió a quien? Para intentar responder a esta pregunta hemos de llevar a cabo el ejercicio textual preliminar de ordenar el material que encontramos en los primeros tres evangelios. Esta tarea no es demasiado complicada. A grandes rasgos el material que encontramos en los tres evangelios sinópticos puede ser dividido en cuatro grupos de textos: la tradición triple (o textos que aparecen repetidos en Mateo, Marcos y Lucas), la tradición doble (o textos que aparecen repetidos en Mateo y Lucas pero no en Marcos), material único en Mateo, y material único en Lucas. En este mensaje me voy a centrar en la tradición triple y las conclusiones que podemos sacar de ella, y más tarde en un tercer y último mensaje hablaremos de la tradición doble y Q.

Tomemos la Biblia y leamos: Mateo 8:1-4, Marcos 1:40-45 y Lucas 5:12-16. Este es uno de los muchos ejemplos en nuestras biblias donde los tres evangelios sinópticos ofrecen versiones paralelas de un mismo evento. Este tipo de material triple es muy abundante en los evangelios y contiene ejemplos tan conocidos como la parábola del sembrador (Mateo 13:1-23; Marcos 4:1-20; Lucas 8:4-15). También encontramos en este grupo numerosos dichos e historias de milagros y curaciones. Para ilustrar el tipo de tradición que tenemos entre manos vamos a leer solamente un corto relato que aparece repetido en estos tres evangelios:

“Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. ‘Sígueme’, le dijo. Mateo se levantó y lo siguió” (Mateo 9:9)

“Al pasar vio a Leví hijo de Alfeo, donde éste cobraba impuestos. ‘Sígueme’, le dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió” (Marcos 2:14)

“Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. ‘Sígueme’, le dijo Jesús. Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió” (Lucas 5:27-28)

Si leemos y comparamos estos tres relatos podemos ver que los tres evangelios coinciden en muchos puntos (por ejemplo, Jesús dice en todos los casos ‘Sígueme’). También es el caso que en ocasiones Mateo y Marcos coinciden en algunos puntos en contra de Lucas, y que Marcos y Lucas a veces coinciden en contra de Mateo (todos estos casos son más fácilmente analizables en griego, ya que los traductores tienen la tendencia de armonizar relatos similares, complicando este tipo de análisis). Sin embargo, en muchas menos ocasiones encontramos que, en casos de tradición triple, Mateo y Lucas coinciden en contra de Marcos. De hecho, de los 11025 versículos que encontramos en Marcos sólo 132 tienen algún paralelo en Mateo o Lucas; el 97% de Marcos aparece duplicado en Mateo y el 88% en Lucas. Por otro lado, menos del 60% de Mateo y alrededor del 45% de Lucas aparece repetido en Marcos. Por tanto, al comparar los textos que se repiten en los tres evangelios encontramos que Marcos es normalmente el elemento común entre todos, y esto ocurre no solo en las palabras usadas sino también en el orden de los relatos.

Esta observación puede ser explicada por medio de dos teorías de composición: o bien Marcos fue el primer evangelio que se escribió y Mateo y Lucas lo utilizaron para componer los suyos (Prioridad de Marcos), o bien Marcos utilizó Mateo y Lucas para componer su evangelio (Posterioridad de Marcos). Cualquiera de estas dos opciones ayuda a explicar el hecho de que Marcos sea el término medio en la tradición triple (fijaos que la idea tradicional de que Mateo fue el primero, Marcos el segundo y Lucas el tercero pierde mucha fuerza a la luz de lo que vemos en la tradición triple). Para intentar averiguar cuál de estas dos teorías es más probable hemos de preguntarnos lo siguiente: ¿Cómo podemos explicar las evidencias textuales mejor: suponiendo que Marcos fue el primero, o suponiendo que Marcos copio de Mateo y Lucas? A continuación voy a exponer algunas razones por las que creo que la primera de ellas (Prioridad de Marcos) es la más probable:

1. Si Marcos escribió utilizando Mateo y Lucas, entonces Marcos omitió de su evangelio un buen número de textos que aparecen en los otros dos, textos tan comunes e importantes como el nacimiento de Jesús, el Padre Nuestro o el Sermón del Monte. Además, muchas de las secciones que el autor de Marcos omite habrían encajado perfectamente en su evangelio. Por ejemplo, al leer el evangelio de Marcos está claro que el autor intenta presentar a Jesús como un maestro (ver Marcos 2:13, 4:1-2, 6:2, 8:31, 12:35, etc…). Sin embargo, el autor de Marcos omite mucho material acerca de lo que Jesús enseñó.

2. Si Marcos escribió su evangelio conociendo Mateo y Lucas, es aún más complicado averiguar las razones por las que decidió insertar las pocas historias que no aparecen en ninguno de esos dos evangelios. Este tipo de material, perteneciente a Marcos pero ausente en Mateo y Lucas, es muy pequeño y está formado por historias un tanto peculiares. Ejemplos de este tipo de material son Marcos 7:33-36, 8:22-26, o 14:51-52. Cuando leemos estas historias es difícil no cuestionar las razones que podría tener alguien para eliminar de su historia elementos tan importantes como el Padre Nuestro o el Sermón del Monte pero insertar al mismo historias tan extrañas como estas. Parece más probable que Mateo y Lucas encontraran estas historias en sus fuentes (el evangelio de Marcos) y las omitieran de sus evangelios.

3. En algunas ocasiones encontramos que en textos de tradición triple las lecturas más difíciles suelen pertenecer a Marcos, no a Mateo o Lucas. Un ejemplo basta para ilustrar este punto. En Marcos 6:5 leemos que Jesús: “No pudo hacer allí ningún milagro”. En cambio, Mateo 13:58 dice que Jesús: “por la incredulidad de ellos, no hizo allí muchos milagros”, evitando decir lo que Jesús pudo o no pudo hacer. Lucas en este caso omite toda la frase. En casos como estos, parece más probable que Marcos hubiera sido el primero en escribir y que los otros dos hubieran modificado sus palabras, a que Marcos hubiera encontrado esta afirmación en sus fuentes y hubiera decidido cambiarla a esa otra. (Otros dos ejemplos que los lectores pueden analizar de forma similar son: Mateo 8:16-17, Marcos 1:32-34 y Lucas 4:40-41; Mateo 12:15-16, Marcos 3:10-12 y Lucas 6:17-19.)

4. Si hemos de suponer que Marcos escribió después de Mateo y Lucas, y teniendo en cuenta que la tradición oral continuó creciendo durante muchos años posteriormente a la muerte de Jesús, resulta extraño que tanto Mateo como Lucas parezcan tener a su disposición un gran número de tradiciones extra que enriquecen y aumentan sus evangelios, pero que Marcos no parezca disponer de ningún otro material fuera de lo que encuentra en Mateo y Lucas.

5. Suponiendo que Marcos escribió después de Mateo y Lucas y haciendo uso de ellos, hay algunos elementos contradictorios que se derivan del estilo literario de Marcos. Por ejemplo, hemos visto ya que bajo la suposición de que Marcos utilizó Mateo y Lucas, el autor de este evangelio parece omitir numerosos relatos importantes que aparecen en esos dos evangelios. Sin embargo, los ejemplos de tradición triple que tenemos muestran que cuando Marcos repite textos de Mateo y Lucas la tendencia general es extender dichos relatos, no acortarlos. Por tanto, ¿fue el autor de Marcos alguien con la intención de extender o acortar sus fuentes? Por otro lado, si bien los defensores de la Posterioridad de Marcos intentan convencernos de que el autor de este evangelio se dedicó a realizar una cuidadosa tarea de selección de material procedente de sus fuentes (Mateo y Lucas), cuando leemos el evangelio la impresión es otra muy distinta: este es el evangelio donde encontramos errores gramaticales o expresiones poco comunes en las obras literarias de la época, errores y expresiones que no aparecen en Mateo y Lucas (leer The Synoptic Problem: An Introduction, de Robert Stein para una lista de ejemplos similares); esta la obra que parece haber sido escrita a la carrera, con un gran número de “y” para conectar frases, etc… Ejemplos como estos encajan mejor bajo la suposición de que este fue el primer intento de escribir un evangelio.

Podría seguir poniendo ejemplos pero estos cinco bastan para ilustrar las razones que en mi opinión apuntan a la Prioridad de Marcos (hace unas semanas escribí una columna acerca de la Fatiga Editorial presente en los evangelios, columna que apunta de nuevo en esta misma dirección).

Si el estudio de los textos bíblicos nos ha ayudado a hacer algo, es a cuestionar aquellas tradiciones que hemos recibido como dogma del Cristianismo sin evidencia alguna. No deja de ser triste que aún dentro de una tradición cristiana como la Protestante, una tradición que se jacta de utilizar los textos bíblicos para limpiar nuestra fe de elementos añadidos que no pertenecen a ella, podamos encontrar a menudo tanta hostilidad ante tal tarea de limpieza. Es obvio que a menudo ponemos tanto peso sobre ciertas tradiciones que olvidamos que la base de nuestra fe no se corresponde con ellas. Hemos de recuperar la libertad de mirar a los textos bíblicos, estudiarlos y sacar conclusiones, incluso cuando ellas nos obliguen a reconocer que algunas de las tradiciones que creíamos ciertas no lo son.



.

No hay comentarios:

Publicar un comentario