domingo, 29 de agosto de 2010

Falleció el Teólogo Raimon Panikkar que en Paz descanse.


El 28 de enero del presente se despedía, ante sus amigos, de la actividad pública de esta forma en su página web:

Queridos amigos:

Quisiera comunicaros que creo que ha llegado el momento (aplazado varias veces) de retirarme de toda actividad pública, sea con una participación directa o con una participación intelectual, a las que he dedicado toda mi vida como forma de compartir mis reflexiones.

Continuaré a vuestro lado de un modo más profundo, es decir, en el silencio y en la oración, y del mismo modo os pido de estar a mi lado en este último período de mi existencia.

Me habéis oído decir a menudo que la persona es un nudo en una red de relaciones: al despedirme de vosotros os quiero agradecer sinceramente de haberme enriquecido con la relación que he tenido con cada uno de vosotros.

Estoy agradecido también a todos aquellos que, de una manera personal o asociada, seguirán actuando, incluso sin mi, por la difusión de mi pensamiento y compartiendo mis ideales.

Doy gracias también por el don de la vida, que sólo es tal cuando se vive en comunión: es con este espíritu que he vivido también mi sacerdocio.

Raimon Panikkar

Tavertet 28 de enero de 2010

Fuente:




ATRIO lo despidió recordando esta entrevista

Raimon Panikkar
El pensamiento cristiano
es trinitario, simbólico y relacional

por Victorino Perez Reyes

Raimon Panikkar es uno de los grandes pensadores de nuestra época, injustamente poco conocido en España, particularmente en los ambientes de Iglesia. Hombre de una calidad intelectual y humana excepcional, ha tenido un recorrido existencial largo, riquísimo y fuera de lo común por las múltiples realidades que en él convergen: la realidad humana con su múltiple origen hindú-cristiano, la realidad académica e intelectual interdisciplinar (doctorados en filosofía, ciencias y teología), pero también intercultural, interreligiosa… Todo ello hace excepcional, particularmente valiosa e inclasificable su persona y toda su obra. Con él tuve varios encuentros en el verano y otoño de 2003 en Tavertet, un pueblecito del pre-Pirineo catalán. La casa de Raimon Panikkar, es una antigua masía rehabilitada, decorada con sobriedad, y en ella destaca la amplísima y políglota biblioteca; imponente, inunda todas las dependencias. Toda la casa huele a libros.

Raimon, es un hombrecito con aspecto más de indio que de europeo. En noviembre [del año 2005] cumple 87 años, magníficamente llevados; en seguida, uno encuentra en él una increíble agilidad de movimientos y de pensamiento. Hablamos en castellano, que él pronuncia con un inconfundible acento catalán, una de sus múltiples lenguas que habla perfectamente (inglés, alemán, francés, italiano, hindi… sin olvidar el latín y griego clásicos, el sánscrito, etcétera). Nuestras largas conversaciones siempre fueron precedidas de una agradable comida compartida, bien regada con vino… Sus palabras manifestaron enseguida que ser espiritual no significa no saborear los pequeños placeres de la vida.

  • En una ocasión manifestó que en usted se inicia una línea kármica. ¿Qué ha querido decir con ello?

Me he dado cuenta de que en mí empieza algo que no tiene antecedentes históricos, aunque yo no he caído del cielo… El novum que se inicia conmigo está en ser cristiano-hindú-buddhista-secular, usando símbolos nuevos como decir que ser cristiano no significa ser monoteísta, en afirmar que Dios no es sustancia…

  • Hábleme de sus padres y de su infancia-juventud.

Mi padre, Ramun Panikkar era un hindú anglicizado que llegó a recibir la medalla de oro del Imperio Británico, aunque luego se volvió nacionalista. Procedía de una gran familia malabar-kerala, de pequeños señores en el norte de Kerala. Hizo sus estudios primero en Madrás y luego en Inglaterra, donde consiguió los títulos de Master of Arts y Master of Science. Allí fundó la sociedad Indian Society for Science and Tecnologie, que estaba muy en contacto con el movimiento independentista indio. Pero, por una serie de circunstancias, al llegar la Guerra del 14 tuvo que escapar de allí, viniendo al único país neutral: España, a Catalunya. Prosperó en la industria y murió en 1954. Mi madre, Carmen Alemany, era la hija pequeña de una gan familia catalana, burguesa y católica, los Alemany. Se conocieron, se enamoraron y, a pesar de la oposición familiar, se casaron por la Iglesia. Tuvieron cuatro hijos.

Tras hacer en Barcelona el Bachiller y empezar químicas en la Universidad, con el comienzo de la Guerra Civil tuvimos que irnos de España con lo puesto. Como teníamos pasaporte inglés por mi padre, nos fuimos desde el puerto de Barcelona a Marsella y desde allí a Bonn. En el 37 mi padre pensó en volver a Barcelona y mi madre volvió con él. Nosotros nos quedamos tres años en Alemania, yo estudié esos años Química y Filosofía en la universidad. Al sonar los tambores de guerra en Alemania y terminada la guerra en España, volví a Barcelona. Aquí tuve que reempezar los estudios de la Universidad.

  • Estudia Químicas en Barcelona y Filosofía en Madrid, se ordena sacerdote, pertenece varios años al Opus Dei, tiene problemas con un obispo y con Escrivá de Balaguer1… y acaba en Roma, donde estudia Teología… Luego se va a la India, donde reside varios años, simultaneando su estancia allí con cursos en EE.UU y Europa, para acabar estableciéndose en ¡California! ¿Por qué en EE.UU una persona tan crítica con el capitalismo como usted?

Por los años 60 di clases en Harvard; dejé esa universidad, porque había más libertad en la de California. La Universidad era, entonces, un oasis en los EE.UU… Si te quedabas en la “clausura” universitaria no tenías problemas… De todos modos, cambió mucho desde entonces, EE.UU es ahora un país totalitario, más sutil y por eso más llevadero que la Alemania de Hitler, en dónde viví tres años. Lentamente comprendí que sin romper (tengo allí grandes amigos), no debía instalarme allí.

En realidad, desde mi primer viaje, yo pensaba quedarme en la India, donde aprendí mucho y estaba muy a gusto. Pero los norteamericanos, que siempre están a la caza de gente, fueron a buscarme y me tomaron el compromiso de aceptar una cátedra allí… Yo tenía que ser el sucesor de Romano Guardini en la Universidad de München (la cátedra “Katholische Weltanchauung”). El rector me lo había pedido en una estancia mía allí, y yo estaba culturalmente más cerca de Alemania que de EE.UU. Pero, cuando me la ofrecieron les dije que ya había dado mi palabra para la cátedra de la Universidad de California. Finalmente, aquella cátedra fue para Rahner.

  • ¿Se considera un filisteo de la teología, como decía Teilhard de su relación con los filósofos de su tiempo? ¿Cuál ha sido su relación con los teólogos católicos?

Bueno, yo no soy un guerrero, ni siquiera filisteo (guerrillero)… Además, soy muy consciente de que no soy infalible. Pero también sé que he sido bastante ignorado por los teólogos católicos… En una ocasión en que dije una boutade en un foro, quien estaba presentándome quiso defenderme por mi peculiaridad, pero otra persona contestó: “Es que Panikkar es impresentable”… En realidad, creo que no me han leído, y por eso me malinterpretan y me atribuyen ideas que no son mías por insertarlas en un contexto que no es el mío, posiblemente porque Occidente cree que su contexto es universal y yo me he preocupado poco en aclararlo.

Tuve alguna relación con Romano Guardini, pero mucha más con Karl Rahner, con quien tuve largas conversaciones… La frase famosa de que “el cristianismo del futuro será místico o no será” es una frase que pronuncié en una conferencia que él presidía; él mismo la cita como “alguien ha dicho…”. Con Schillebeeckx estuve un curso entero en Harvard, pero no hubo mucha comunicación, aunque lo quise involucrar en algunas actividades religiosas que yo había empezado en el Center for the Study of World Religions. A Hans Küng lo admiro y trato como amigo, aunque discrepamos en algunas concepciones, sobre todo en la preponderancia y el centralismo del pensar europeo por encima de las demás culturas y su manera de presentar una “ética mundial”, afán muy noble que comparto, aunque soy consciente del peligro de fundarla en una “religión mundial” que sería colonialismo puro. Pragmáticamente tiene razón y lo apoyo. De cualquier modo, somos hijos de nuestro tiempo, aunque yo he podido saltarme algunas circunstancias del mío con mi particular linea karmática. No se puede enjuiciar el mundo desde un sólo punto de vista, pero no se pueden tener muchas perspectivas a la vez. De ahí que el pluralismo requiera la superación, no la negación de la razón y la centralidad del que yo llamo “diálogo dialógico”.

  • Hábleme de su relación intelectual con Teilhard de Chardin.

Conozco y admiro a Teilhard y soy vicepresidente de The Teilhard Centre for the Future of Man, pero hay importantes diferencias entre ambos. Así, con respecto a nuestra cosmovisión, él es evolucionista; yo no… En realidad, él no es propiamente un filósofo, su pensamiento es más el de un poeta que tiene una visión genial. Él era un jesuita de los buenos, quería presentar el cristianismo a su generación de una forma creíble. Yo empecé a estudiarlo en América, por medio de sus publicaciones y del trato con gente que lo había conocido. Pero no puedo hablar de un magisterio de Teilhard sobre mí.

  • ¿Cuál fué su relación con Heidegger?

Durante mis seis semestres en Bonn antes de la guerra no fui a ninguno de los cursos de Heidegger, que enseñaba en Freiburg, pero tuvimos muy buena relación. La primera entrevista fue muy curiosa; yo había dado una conferencia en Freiburg, donde él permanecía prácticamente “reducido” en su casa, después de la guerra. El tema de la conferencia versaba sobre “El pecado cultural de Occidente”. Al día siguiente de la conferencia, el rector de la universidad vino a verme diciendo que Heidegger le había preguntado quién y cómo era ese indio que había dicho –por lo visto– cosas importantes y que a él le interesaban. Max Müller me vino a preguntar con misterio si no me importaría acompañarlo para visitar a Heidegger; cosa de la que me sentí muy honrado. A poco de empezar nuestra conversación, Heidegger olvidó que él era Martin Heidegger y yo sólo un principiante; los dos estábamos enzarzados en una discusión sobre si Dios era el Ser Supremo, o Dios era Ser. Yo defendía que el Dios cristiano era Ser, siguiendo a santo Tomás, y él que el Dios cristiano era el Ser Supremo aceptando el monoteísmo abrahámico. Desde entonces me invitó a visitarlo con frecuencia, relación que mantuvimos durante mucho tiempo. Eran mis años de la India, cuando yo estaba metido profundamente en The Vedic Experience2. Y apenas tenía ocasión de preguntarle nada, puesto que él mostraba mucho interés por los Veda, sobre los que me asaltaba a preguntas.

  • ¿Cómo compagina su fascinación por santo Tomás y la escolástica con su profundo conocimiento del pensamiento contemporáneo, tan distante de ella? ¿Es la escolástica la perennis philosophia?

No hay “philosophia perennis”, puesto que el hombre no es perenne. Por otra parte, hay escolástica y escolástica… y yo por talante, a pesar de mi amor por el pensamiento de Tomás de Aquino, en algunos puntos (no en todos), estaría más bien en la línea de Scotus. Pero si alguien me achaca: ¿cómo está de acuerdo usted con esa gente o con san Agustín que era un misógino, que mandaba al infierno…?, me rebelo, porque esto de matricular a la gente y empequeñecerla según nuestras categorías es horrible. Santo Tomás tiene cosas extraordinarias aunque, como todo el mundo, es hijo de su tiempo. El problema del pensamiento contemporáneo con santo Tomás es que desde el positivismo no se entiende a Tomás de Aquino; somos hijos de Descartes, dualistas. Durante años frecuenté a dos grandes escolásticos (a su manera) aunque muy distintos: Santiago Ramírez y Xavier Zubiri. Pero no quisiera poner etiquetas a nadie. Todo auténtico pensador es original y originario.

  • Se ha dicho que usted no cree en la historia. ¿Cómo valora la realidad histórica?

¡Eso de creer!… Yo “creo” en la historia, incluso tengo un libro inédito sobre la dimensión histórica del hombre. Pero “no creo” en el mito de la historia que ha articulado Occidente. El mito occidental de la historia consiste en creer que la historia es el horizonte de inteligibilidad de la realidad, de manera que cuando algo es histórico se considera como real, de lo contrario, no lo es. Un pastor protestante en Vrindâvana, la supuesta cuna de Krishna, le decía con sorna a un hindú: “Jesús de Nazareth ha existido, conocemos su historia, sus hechos, su vida, milagros y demás; es una realidad innegable que sigue durando después de veinte siglos. En cambio vuestro Krishna es una leyenda y, encima, como tal no es muy edificante… es un mito; no ha existido, no es algo real”. El bueno del vaishnava hinduista le contesta sonriendo que es verdad, que Jesús es un gran hombre histórico, como Napoleón lo ha podido ser o incluso uno de tantos “realizados”, pero nada más. En cambio, el Krishna de su corazón y de su fe es lo verdaderamente real, lo que le mueve.

El mito de la historia como marco de toda la realidad (como suele vulgarmente interpretarse incluso la misma escatología) me resulta problemático… El mismo Jesús no es el Señor de la historia, sino una víctima de la historia.

  • En consecuencia con la acusación anterior, se ha dicho que usted cree en Cristo, pero no en el Jesús histórico…

Antes de Adán Cristo era, pero Jesús no. Jesús no es lo mismo que Cristo; esta identidad sólo se da en un pensar abstracto. El Jesús Resucitado es Cristo realmente, y éste ya era antes que Adán. En él no hay ni varón ni hembra, ni cristiano ni gentil… Ése es el Jesucristo en el que yo creo –en quien “habita la Divinidad corporalmente”.

Si nos limitamos a la historia, hacemos del cristianismo una secta histórica, que existe solamente desde hace dos mil años, cuando el hinduismo tiene cuatro mil. Yo me niego a pertenecer a una secta que tiene sólo dos mil años y una historia no demasiado edificante. Mi cristianismo, que tiene una relación trascendental con esto, es de antes que Abraham; como mi sacerdocio, que es secundum ordinem Melquisedec, que no creía en Yahweh ni era judío.

  • Sin embargo, conocemos al Cristo eterno por medio del Jesús histórico…

Nosotros, ciertamente. Quien ha descubierto en y a través de Jesús al Cristo ése es un cristiano. Pero Cristo no se deja limitar por la realidad del Jesús histórico –que es muy real, por otra parte. “A mí me lo habéis hecho” (o dejado de hacer) dice el mismo Jesús en Mateo 25, y no le conocían ni era Jesús de Nazareth.

  • Por eso, Pablo reivindica su realidad de apóstol, al haber experimentado que se ha encontrado con el Cristo tanto como los demás apóstoles…

En efecto, sin la experiencia mística de encuentro con Cristo no se le conoce realmente, pues Cristo es más que Jesús… En la eucaristía está la presencia real de Cristo, aunque no tengamos las proteínas de Jesús. Más aún, el cristianismo es la religión de la Palabra, no la religión del Libro. Si tú no recibes esa Palabra, no te sirve para nada. Tomás de Aquino en un lugar de la secunda secundae de su Summa Theologica arguye tres razones por las cuales Jesús de Nazareth no escribió nada: la primera, porque un verdadero maestro esculpe su mensaje en el corazón de sus discípulos; y cita a Pitágoras y a Sócrates, verdaderos maestros. Segunda, si hubiese escrito, nosotros hubiéramos sido adoradores de sus escritos, más que de él –la Escritura substituiría a la Palabra y la Palabra hay que oírla. Tercera, un maestro se fía de sus discípulos, les confía sus palabras, sin necesidad de fijarlas exteriormente para siempre. Jesús cree en el Espíritu Santo.

* * *

[Y continúa la conversación hablando de la Trinidad, tema preferido de Pannikar, como expresión de la fe en un Dios personal y de otros temas teológicos. Se puede completar en el enlace puesto a Iglesia Viva. Entretanto dejamos abiertos los comentarios para expresar nuestros sentimientos ante esta pérdida para nosotros, consumación en la divinidad de una esplendorosa vida para él]

Fuente: ATRIO

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