jueves, 17 de marzo de 2011

Libia: ¡Tomad partido!


El periodista libio-británico Alaa Al Almeri acaba de publicar en El País un artículo titulado Libia nos llama. ¡Tomad partido!. En ATRIO se abrió un debate hace unos días sobre el tema de Libia, con muy contrastadas opiniones, introducido por un llamamiento de AVAAZ, organización con la que se puede estar en desacuerdo. Pero lo que está en juego es el futuro de las revoluciones laicas democráticas, no islamistas, en tantas autocracias del norte de África y Medio Oriente. Por eso me ha parecido oportuno recordar los hechos y, antes de que demasiado tarde, llamar a la responsabilidad.

Sí, nuestro corazón ha tomado partido con los hombres y mujeres libios que pacíficamente, e inicialmente de forma muy eficaz, se han revelado contra la dictadura y la opresión de Gadafi. No obstante la inacción de los organismos internacionales y la ayuda de mercenarios y de parte de su ejército ha permitido al dictador masacrar a su pueblo con poderoso armamento y tomar por las armas y sojuzgar a muchas poblaciones que eran ya libres.

Así lo que, apenas hace unas semanas, saludamos llenos de esperanza como un movimiento pacifico y liberador vemos como se va tiñendo de la sangre de los mártires que mueren por su ideal de liberación, democracia y derechos humanos y cívicos bajo el fuego de los tanques y de los aviones de Gadafi.

Nuestra esperanza es ahora dolor, y desilusión. Una gran desilusión en la eficacia de los grandes lideres políticos para defender en la práctica los derechos de los pueblos que tanto proclaman a viva voz.

Tanto es el dolor que nos invade que apenas nos atrevemos ya a seguir las desastrosas noticias que nos llegan de Libia, viendo como personas inocentes no sólo son masacradas sino que lo son ante unos organismos internacionales impávidos e impotentes y una opinión pública más o menos muda.

Es verdad que desde el principio se ha visto claramente que el veto de Rusia y de China para intervenir en la situación de Libia iba a suponer un grave obstáculo. También la reticencia de algunos Gobiernos como el de Italia que no hacia muchos días había recibido con todos los honores al propio dictador Gadafi arropado por su capacidad petrolífera. Tampoco resultó nada alentador escuchar la primera intervención en Televisión de Gadafi después de la pacífica revuelta: en sus palabras no había “valores humanos” de ningún tipo, sino sólo el objetivo de producción y venta de petróleo como un fin en si mismo exclusivo y excluyente de cualquier otra consideración y mucho menos de una mínima consideración de sus conciudadanos como personas, sino como esclavos de sus ilusiones productivas en el sentido más monetario y material.

Pero pese a estas dificultades iniciales, las condenas que finalmente se expresaron abiertamente por parte de los Gobiernos y los organismos internacionales alentaron nuestras esperanzas en relación a que algo práctico se iba a hacer.

Estoy escuchando en la televisión la rueda de prensa sobre los última reunión del G-8 celebrada en Paris y, en el tema de Libia, las respuestas son meras explicaciones de lo que se ha hecho o se va a hacer en el plano de estudios análisis y ponderaciones pero sin que veamos una acción clara para detener la masacre.

Ahora podríamos decir que sólo nos queda llorar lo que no hemos sabido defender.

Pero no podemos resignarnos. Los que tantas veces y sin desanimo nos henos esforzado en gritar contra las dictaduras, entre ellas la larga y cruel de Birmania (Myanmar), no podemos callar ante lo que sucede en Libia.

He oído decir estos días que una de las razones por las que la UE y los Estados Unidos no actúan con más contundencia en la situación de Libia es que las respectivas opiniones públicas no se lo demandan con insistencia y fuerza.

Precisamente para que ello no les sirva de disculpa debemos hacer llegar nuestra voz a los poderes públicos para que se sientan impulsados a actuar a favor de evitar la masacre del pueblo libio por sus propios dirigentes. ¡Tomemos partido! .


Fuente: Atrio

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