domingo, 14 de agosto de 2011

Fe en aumento: El culto evangélico crece sin cesar.


Quizás porque garantizan un encuentro con Dios sin intermediarios. Porque conquistan a los feligreses con pastoreo las 24 horas y hasta online.

O porque su oficio religioso es participativo y la tarea social, constante. Las entidades evangélicas engrosaron el fichero de la Secretaría de Culto de la Nación: en apenas cinco años se anotaron 762 nuevos cultos, y la mayoría son evangélicos. De hecho, ya representan el 90% de los 4.390 cultos inscriptos oficialmente.

A pesar de que el catolicismo sigue siendo una creencia dominante en el país, la acelerada reproducción de sedes evangélicas y, en algunos casos, la puesta en marcha de un gran aparato marketinero, la convierten en un fenómeno religioso .

Esta “avanzada”, que tuvo su época de apogeo en los 80 y se instaló en la década pasada, obedece a varios factores. Para Andrea De Vita, directora general del Registro Nacional de Cultos, las estructuras tradicionales de la Iglesia católica caducaron. “Nuestro país dejó de ser oficialmente católico.

La gente tiene necesidad de pertenecer y tener un referente.

Muchos encontraron en los grupos evangélicos una forma de participar activamente de su religión, por ejemplo a través de la gran tarea social que los evangélicos hacen en los barrios”, opina.

El Registro Nacional de Cultos se creó en 1978 y por ley –la 21.745– supone que las entidades religiosas que ejerzan sus actividades en el país deben inscribirse.

Todas, menos la Iglesia católica, que goza de personería jurídica pública y además recibe unos $ 25 millones del Estado.

Por eso, cada pastor que abra un templo y que cumpla con una serie de requisitos, debe anotarse. Estar registrado da un marco de legalidad y además, otorga beneficios impositivos. En los últimos años, las iglesias que más crecieron fueron las bautistas y pentecostales. Dieron el envión para que la lista pase de 3.634 cultos en 2006 a 4.390 hoy.

Karin Krug, presidenta de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, calcula que hay unas 15.000 congregaciones en todo el país. “Nos multiplicamos dividiéndonos – apunta–. Aun en las iglesias más multitudinarias, hay una atención personalizada, organizada por los pastores a través de líderes y colaboradores”. “La prédica de una fe comprometida con Dios y no tanto con los hombres, y la relación cercana con la gente explica el crecimiento”, señala Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas..

Juan Cruz Esquivel, sociólogo e investigador del área de Sociedad y Religión del Conicet, coincide: “Mientras la Iglesia mantiene una relación fría con sus fieles, el vínculo entre el pastor y los feligreses es más cercano . Las ceremonias son participativas y eso crea una red de pertenencia”.

En el imaginario popular, el evangélico está asociado al que predica con acento brasileño, a los gritos. Los que convirtieron los cines en templos.

“Sólo representan el 0,1% del total de evangélicos.

Pero además, ésa es una mirada estigmatizante del ‘otro’ religioso, incentivada por ciertos sectores católicos, y que se apoya en el origen mismo de ciertos grupos evangélicos masivos que eligieron para sus celebraciones el escenario de los cines.

Esa presencia popular en un espacio antes caracterizado por el consumo de cultura de las clases medias, molesta”, analiza Verónica Giménez Béliveau, socióloga e investigadora del Conicet.

En este escenario, ¿perdió lugar la Iglesia católica? “Lo importante es que cada vez más gente crea en Cristo. El gran tema que nos desafía a todos los cristianos, seamos católicos o evangélicos, es el crecimiento del paganismo . Ese es el gran reto”, responde el responsable de la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Iglesia católica en Buenos Aires, padre Fernando Giannetti.

Es cierto. En la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, realizada por Ceil-Piette Conicet hace tres años, los ateos se ubican detrás de los que se confiesan católicos y delante de los evangélicos.

Y son uno de cada diez argentinos. /clarín.com

El énfasis, en Jesús y la Biblia

Los evangélicos ponen énfasis en la relación personal con Jesús.

No veneran a la Virgen María, pero aceptan que Jesús nació de una virgen.

No creen en santos ni en imágenes y se distinguen de la Iglesia católica principalmente porque no tienen autoridad máxima: su jefe es la Biblia y no el Papa.

Más allá de la gran expansión evangélica, hay una nueva “categoría religiosa” en franco crecimiento en la Argentina.

Y son los creyentes que no canalizan su fe en ninguna institución. El sociólogo e investigador de Ceil-Piette Conicet Juan Cruz Esquivel–coordinador de la primera encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas– los describe como “los cuentapropistas religiosos, aquellos que creen en Dios o en la Virgen María, pero su forma de expresarlo no se da en las iglesias”.

Los desafíos para la Iglesia Católica

Es habitual escuchar la afirmación de que la Iglesia católica está perdiendo fieles a expensas de las comunidades evangélicas.

El aumento de anotaciones de evangélicos en el Registro de Cultos parece confirmar esa extendida impresión.

Está claro que hay católicos que se pasaron en las últimas décadas a alguno de los muchos y variados grupos evangélicos.

Lo que está menos claro es cuántos lo hicieron. Si la cantidad fue realmente tan importante como suele creerse. Y cuáles fueron, en verdad, los motivos que los empujaron a pasarse.

En el Censo nacional de 1960 –el último que preguntó sobre la filiación religiosa–, el 90,5% se declaró católico y el 2,7% cristiano.

Casi 50 años después, una encuesta hecha por el Conicet y cuatro universidades nacionales arrojó que el 76,5% se define como católico, el 9% como evangélico, el 1,2% Testigo de Jehová y el 0,9% mormón.

La pérdida de católicos y el crecimiento de los evangélicos salta a la vista, pero ni la merma católica fue tan catastrófica (sobre todo considerando los cambios culturales), ni el crecimiento evangélico, tan arrollador.

Además, la lectura de los datos del Registro de Cultos exige un par de precisiones.

En primer término, que éste registra a cada pastor con su templo, que a veces es un pequeño local. La Iglesia católica es una y, por tanto, no se cuenta cada parroquia, iglesia o capilla que abre.

En segundo lugar, muchos de los que se inscriben, en caso de dejar de funcionar, no se borran del registro. También es cierto que no todos se anotan o demoran hacerlo.

En cuánto a los motivos del traspaso, la explicación no es tan simple. Es cierto que puede influir la cercanía personal y los vibrantes oficios de los evangélicos.

Pero donde la presencia sacerdotal es intensa, su influencia decae.

Además, no es fácil “competir” con algunos grupos evangélicos –es injusto generalizar– que prometen salud, trabajo y amor.

La creencia de que posiciones doctrinales duras de la Iglesia católica también favorecen el traspaso se choca con el hecho de que la mayoría de los grupos evangélicos se opuso con firmeza, por caso, a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo.

De todas maneras, es evidente que la Iglesia está siendo desafiada por los evangélicos. Como también –al igual que todas las religiones– por la increencia.

En el último medio siglo los no creyentes en el país saltaron del 1,62% al 11,3%. Un toque de atención.

Fuente: El intransigente

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