lunes, 30 de enero de 2012

En busca del liderazgo perfecto.



Bárbara Cervigón - 
Hace justo 64 años que nos dejó el líder por excelencia, Mahatma Gandhi, cuyo estilo de liderazgo ha sido uno de los más estudiados, sin embargo, muchas son las maneras de liderar aunque no todas tan efectivas como la del ídolo indio.
El liderazgo es la capacidad de influenciar a las personas para que trabajen entusiasmadamente en la búsqueda de objetivos identificados como parte del bien común. Las características de un buen líder son tres: pasión, autenticidad e integridad.  Y el gran ejemplo de la historía fue Gandhi que lucho de manera incansabe por la libertad de India con métodos que rechazaban lo violencia e implantaban la lucha pacífica y siempre guiado por sus principios.

Su estilo de liderazgo se categoriza como afiliativo en el que se le dice a las personas que son lo primero. Son esas personas las que dan la autoridad al líder. Gandhi fue capaz de hacer que las personas le siguieran gracias a su gran carisma ya que basaba su discurso y sus actuaciones en las personas. Su objetivo era conseguir el bienestar y la paz para su pueblo a través de una gran dedicación personal que le permitió establecer unos lazos tan fuertes con sus seguidores que se hicieron leales a su persona.
La comunicación es la base de este estilo de liderazgo. Compartir ideas, escuchar, ser flexible permiten esa creación de lazos que como consecuencia suponen un gran avance para llevar acabo proyectos de innovación y tomar riesgos sin ningún tipo de traba.
Otras formas de liderar

Sin embargo, no todos los estilos de liderazgo son tan flexibles. El estilo cohercitivo es el menos efectivo. La toma de decisiones en el ambito laboral viene de arriba lo que hace que la flexibilidad sea prácticamente nula. Las ideas innovadoras no salen a la luz, las personas sienten que no se las respeta y no se sienten dueños de su trabajo. Cuando un empleado esta motivado y hace bien su trabajo no solo hay que recompensarle con un aumento de trabajo sino también valorando su empeño, algo que este estilo no tiene en cuenta. Esto hace que el empleado se desmotive y no encuentre sentido a su labor dentro de la empresa.

Podemos encontrar también el estilo orientativo. Es mucho más efectivo ya que el líder es un visionario; motiva a las personas aclarándoles cómo su trabajo laboral encaja perfectamente en la foto completa que contempla la organización. Las personas que trabajan para líderes con este estilo orientativo, entienden perfectamente que su trabajo laboral importa y saben por qué. Los líderes orientativos, otorgan a su gente la libertad para innovar, experimentar, y tomar riesgos calculados en la visión.

Un cuarto estilo de liderazgo es el participativoEl líder invierte tiempo en obtener ideas y apoyo de las personas lo que genera una gran confianza, respeto y compromiso. Es un estilo flexible y responsable en el que los trabajadores son mucho más realistas acerca de lo qué pueden y no pueden hacer. No obstante, este tipo de liderazgo tiene sus inconveniente. Una de las perores son las reuniones interminables donde se dejan reposar ideas constructivas, el consenso se resiste a nuevas ideas, y el único resultado visible es la fijación de fechas de más reuniones.

Por otro lado está el estilo imitativo. El líder fija estándares de desempeño laboral extremadamente altos y los ejemplifica. Su gran obsesión, es hacer todo mejor y mucho más rápido, y exige de forma total que todas las personas de su alrededor cumplan cabalmente estos criterios técnicos. Rápidamente, identifica a las personas con bajos niveles de desempeño laboral, y les exige mucho más. Si no cumplen con sus expectativas, los va reemplazando paulatinamente por personas mucho más capaces. A primera vista, parece que tal planteamiento mejoraría los resultados, pero tristemente no es así, de simple.

Y por último, el líder capacitador  es aquel que ayuda notablemente a los empleados corporativos a identificar sus puntos fuertes y débiles, y los ligan a sus expectativas personales, y a la carrera administrativa. Anima a sus empleados a establecer objetivos claros, y a largo plazo, y les ayudan a crear un plan de acción para lograr llegar a ese fin primordial. Son los mejores delegando, dan a sus empleados corporativos, tareas retadoras, incluso sabiendo que las tareas no se harán con rapidez. Es decir, están dispuestos a tolerar mayores problemas a corto plazo cuando significa una experiencia de aprendizaje y duradero.

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