lunes, 14 de mayo de 2012

La Iglesia Católica romana está a la deriva.



Ana Rodrigo, 10-Mayo-2012


!Que se vayan ellos!

Hace unos dos mil años un hombre del pueblo, sencillo, y con un proyecto de vida y de sociedad alternativa, inició un movimiento socio-religioso con ambición de hacer un mundo habitable, pero como dijo un piadoso teólogo, Loisy, excomulgado hace ya un siglo por modernista, Jesús predicó una buena noticia y vino la Iglesia.



El 11 de Octubre de 1962, el Papa Bueno, Juan XXIII, ante el colegio cardenalicio pronunció la siguientes palabras en el discurso de la convocatoria del Concilio: «Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior».

De eso hace 50 años, un Concilio, pero no un concilio cualquiera, sino lo que fue el Concilio Vaticano II, un concilio muy singular en la Iglesia Católica y muy singular en aquel momento, singular porque desde que Trento cerró la doctrina de fe, mirando desde una perspectiva dogmática del pasado y reactiva a las propuestas luteranas, se configuró una imagen de Iglesia que se mantuvo intacta hasta el Vaticano II puesto que desde entonces la Iglesia no se había propuesto iniciar un movimiento de renovación, sino fortaleciendo la autoridad , los dogmas y la sumisión hasta culminar en el Vaticano I con la infalibilidad papal. Nada se había movido en la Iglesia. Singular por las palabras de Juan XXIII de abrir las puertas y las ventanas de la Iglesia al mundo, a sus problemas y a sus esperanzas; singular por proponer el aggiornamiento como movimiento renovador constante; singular por la apuesta de conectar en cada momento con los hombres y las mujeres de cada época; singular porque fue un acontecimiento con proyección de trascendencia y que fue extinguido consciente y severamente, mirado con ojos inquisitoriales, de la peor Inquisición, la del aniquilamiento oficial por los dos papas siguientes; singular por querer que la Iglesia fuese el Pueblo de Dios, no sólo la jerarquía; en fin, singular por muchas otras razones que los especialistas escribirán y analizarán a lo largo de este año conmemorativo.

No es mi intención hablar del Concilio, sino de detenerme en la deriva que lleva la Iglesia, justamente en dirección contraria a las propuestas del Concilio. En estos cincuenta años, la jerarquía ha perdido el rumbo, y aquella humilde barquita de aquellos sencillos galileos la han convertido en un lujoso y potente buque, pero que, al igual que el Titanic, está haciendo aguas por todas partes. Y este desatino lo hacen en nombre de Dios aquellos que se dicen ser los representantes del Galileo.

Tan obsesionados están los dirigentes eclesiásticos por la moral, casi exclusivamente, la moral sexual, pero la moral ajena urbi et orbe, que se han olvidado de la propia moral, y no han controlado el boquete que se les ha abierto de un cúmulo de escándalos que están llevando a pique a la propia institución. Y, lo más grave, han desfigurado el rostro de Jesús. Nadie reconoce a Jesús a través los siguientes datos, tan reales y tan actuales, que abruman a cualquiera:

El escándalo de la pederastia. Decenas de miles de niños y de niñas en todo el mundo católico han visto truncada su inocencia y su paz interior para el resto de sus vidas. Son muchos los casos conocidos, pero estoy segura que son muchas más las víctimas que por pudor no se atreven a confesar sus sufrimientos. Mientras, los máximos dirigentes de la Iglesia callaron, hacían desaparecer las denuncias que llegaban al Vaticano, los jerarcas miraban para otro lado en delitos tan graves, en vez de hacer aquello que dice el evangelio, que quien escandalizase a un niño, habría que colgarle un piedra al cuello y tirarlo al mar. Con que los hubiesen puesto en manos de la justicia, hubiese sido suficiente.

Escandalosa la connivencia con dictadores antiguos y recientes, imágenes públicas y publicadas en las que el Papa daba la comunión a criminales de la humanidad, como Pinochet. Ya anteriormente la jerarquía católica española estuvo sosteniendo a otro dictador y asesino próximo a nosotros, los españoles, como fue Franco. El maridaje con el poder político viene de tiempos lejanos, desde el emperador Constantino, pasando por todos los siglos sucesivos hasta el momento actual, por ejemplo en España donde los obispos no protestan contra la política de los gobernantes actuales para no perder los privilegios de los que disfrutan. Una CEE muy influyente a la hora de legislar para todo el pueblo, creyente o no creyente, sobre la educación o el aborto, por ejemplo. Con clases de religión pagadas por el Estado o con capellanes castrenses en el ejército. ¡Si Jesús levantase la cabeza!

Escandaloso es tener el enemigo en casa y no reconocerlo. Me refiero a los Legionarios de Cristo que han campado a sus anchas por los lugares más íntimos del Vaticano, con grandes y emocionantes elogios por parte del propio Papa Juan Pablo II, que nos los proponía como ejemplo a seguir. Durante 50 años de corrupción de lo más degenerado que nadie pueda imaginar, y no quisieron saber nada, llevándose por delante a miles de víctimas.

La cancha que, en el momento actual, tienen los kikos en el Vaticano, es denigrante para la iglesia y para cualquier persona que entienda un mínimo de dignidad. Los vídeos que aparecen en youtube son un ejemplo de la degradación en la que está cayendo la Iglesia oficial. En plena basílica de San Pedro, ver a una mujer desequilibrada mental o enferma mental, dirigiéndose al Papa como si desayunasen juntos todos los días, diciendo incoherencias haciendo el ridículo más vergonzoso que se haya podido ver, no sólo en el Vaticano, sino en cualquier ámbito público de cualquier organización civil. Kiko Arguello y Carmen Hernández son la ejemplificación de lo absurdo, de la pesadilla de la peor calaña. Y mandan en el Vaticano y en el Papa, cardenales o congregaciones religiosas, como los franciscanos de Asís. Les dicen a los obispos lo que tienen que hacer. De vergüenza ajena, se puede ver los mencionados vídeos en Youtube, incluyendo los de la visita del Papa a Madrid.

En España están saliendo a la luz miles de casos de bebés robados en los que están implicadas monjas y curas. Y los obispos españoles no dicen ni mu, ni colaboran en la investigación. ¡Cuánto sufrimiento a tantas familias, hacerle sufrir la muerte de un hijo, y la crueldad posterior de enterarse que se los habían robado! Es el colmo de la crueldad, de lo más inhumano que se puede hacer, quitar un hijo/a a sus padres, haciéndole sufrir la peor de las experiencias para unos padres, llorar la muerte de ese hijo deseado y esperado con tanta ilusión. Digno del peor Hitler. Y los obispos españoles miran para otro lado a ver si sale el sol y borra la oscura realidad.

En estos últimos 50 años las mujeres en el mundo entero hemos accedido a la vida civil y a la participación en trabajos antes reservados anteriormente a hombres, hemos conseguido el reconocimiento de nuestro derecho a la igualdad, aunque aún hace falta que se hagan realidad, pero el derecho nadie lo niega, mientras en la iglesia se nos margina con argumentos insostenibles, sin voz, ni voto, y, además, se nos sigue controlando, condenando y menospreciando nuestra capacidad de decidir sobre nuestro cuerpo. Se nos dice cuál es la voluntad de Dios a través de estas mentes sucias, machistas, patriarcales, como si fuésemos menores de edad.

En estos últimos tiempos se les ha reconocido asimismo el derecho a vivir con dignidad a quienes son homosexuales, mientras la Iglesia los condena, los margina, los insulta con todos los medios a su alcance, ya sea desde una catedral, desde la televisión pública, ya sea un obispo, les da igual, han perdido el pudor y no paran en descalificaciones instolerables para estos seres humanos.

Los viajes de estos últimos Papas han sido más unos espectáculos glamurosos, dignos de cualquier estrella de cualquier otro tipo de espectáculo, que de un testimonio de la alternativa de vida evangélico, haciendo desaparecer al propio Jesús y su Evangelio en honor y gloria del propio Papa. Paralizar ciudades enteras para que pasase el Papa en su Papamóvil, gastar ingentes cantidades de dinero en un mundo con tantas necesidades, ha sido algo vergonzoso, no para sus organizadores, orgullosos de haber sido los protagonistas de esa parafernalia sin sentido ni contenido.

La crisis económica que está sufriendo gran parte del mundo, preocupa muy poco a los jerarcas, mientras el pueblo creyente se quita el sueño, la salud y hasta la propia vida en el mundo entero, en barrios marginales y países necesitados, atendiendo a tantos desvalidos y sufrientes, con una entrega digna de toda admiración . Pero la Jerarquía anda a lo suyo, en sus templos y en sus inquisiciones. Salen a la calle por la asignatura de religión, contra el aborto, contra los homosexuales, contra una asignatura de educación cívica, pero no abren la boca para condenar las injusticias del sistema económico que tanto sufrimiento está creando. Los recortes presupuestarios no han llegado a la Iglesia, pero ellos no han tenido ningún gesto testimonial de renuncia a parte ese dinero que el Estado español les da.
Ha habido una persecución obscena de teólogos que han intentado seguir el espíritu del Vaticano II, mientras el Vaticano arropa y mima a grupos fundamentalistas y ultraconservadores como Opus, Legionarios, Kikos, Evangelio y liberación. A las teólogas ni se les hace caso, ni se tiene en cuenta sus conocimientos y sus aportaciones.

Hay mucha gente que se sorprende al ver que mucha gente queremos seguir siendo miembro de la Iglesia Católica invitándonos a abandonarla. Pues yo digo que quienes tiene que abandonarla son esta casta de traidores al mensaje de Jesús, esos que han convertido la iglesia en una cueva de ladrones, esos son los merecedores de los latigazos de Jesús, y ¡¡que se vayan ellos!!, que dejen al pueblo sencillo dar testimonio auténtico de su ser cristiano, liberen a ese pueblo del oprobio a que nos tienen sometidos, que nos avergonzamos de que nuestra Iglesia esté dirigida por gentuza tan impresentable. Sois el auténtico Sanedrín que está crucificando nuevamente a Jesús. Confiemos en que el pueblo resucite al Jesús del Evangelio, la auténtica Iglesia son la gente entregada, generosa, luchadora, que está en el mundo haciendo realidad la memoria de Jesús.

No perdamos de vista la convocatoria que redes Cristianas ha propuesto para renovar la Iglesia desde la verdad y desde la autenticidad, a ver si conseguimos que se les caiga la cara de vergüenza a quienes ahora están llevando a la Iglesia a desvarío total.

PD. Perdón a los y las lectoras no españolas por las continuas alusiones a la realidad más próxima en la que vive la que suscribe todo lo dicho.

Fuente: ATRIO

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