miércoles, 20 de marzo de 2013

El escrache de Jesús.


“Piensa en una anti-política de eventos en lugar de una política de la organización… Tales eventos son destellos contra el fetichismo…[1]” (J. Holloway)

Tenía las cosas claras. Jesús de Nazaret no se resignaba a la maltrecha situación de su pueblo y no se limitó a hablar, no. También denunció situaciónes mediante acciones que acabaron provocando su condena a muerte. Si solamente se hubiera limitado a hablar desde la prudencia y hubiera evitado cualquier acción provocadora, otro gallo le hubiera cantado.

Una de esas acciones fue su entrada en Jerusalén montado en un pollino. Fue una acción realizada en el mismo centro del poder religioso de su tiempo. Una acción realizada con toda la premeditación e intencionalidad del mundo. Sabía que tanto sus seguidores como sus opositores la entenderían perfectamente, como lo demuestran los gritos de “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (Mc 11.9-10). Por otra parte el hecho de que Jesús se retirara con los suyos a Betania cuando anochecía nos hace intuir que Jerusalén no era un lugar seguro para ellos. Sus opositores estaban al acecho y su acción les iba a indisponer contra él todavía más. Evidentemente nos hallamos frente a frente con una acción profético–provocadora.

Al día siguiente, Jesús, sin pensárselo dos veces, se dirigió a Jerusalén, y una vez en la ciudad, entró en el Templo “y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas, y no permitía que nadie atravesara el templo llevando objetos”. Y proclamó, “Mi casa será casa de oración para todas las naciones, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones”. De esa forma denunció y señaló, en el mismo lugar de donde manaba el poder religioso, a los que habían convertido la religión en un instrumento de opresión y mercadeo.

Hoy, casi dos milenios después, necesitamos mujeres y hombres que, a la manera de Jesús, se hagan presentes en los centros de poder a fin de denunciar y señalar a los responsables de la crisis sistémica que estamos sufriendo. Personas que se hagan físicamente presentes en los diferentes “templos” desde los que se dictan decretos, medidas de austeridad expresadas a través de recortes sociales, etc. ante los que los ciudadanos y ciudadanas deben guardar silencio y respetar como si fueran una palabra de Dios caída del cielo particular de los que dicen representarnos.

Un buen ejemplo de ello, entre otros, son las diferentes acciones que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca están llevando a cabo desde hace algunos años. Después de que el Parlamento español haya aceptado, no por gusto, la Iniciativa Legislativa Popular a favor de un cambio radical de las leyes hipotecarias, siguen con sus acciones.

La úlima acción que están realizando se denomina “escrache”. El escrache es el nombre que se da en Argentina y Uruguay a las acciones llevadas a cabo por grupos activistas mediante las que se dirigen al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien quieren denunciar[2]. El verbo “escrachar” dice de la acción de romper, destruir, aplastar; o fotografiar a una persona. Y eso es lo que están intentando. Irán a los domicilios de diferentes diputados a fin de “fotografiarles”, señalarles, y presionarles para que tomen conciencia de la situación de los cientos de familias desahuciadas de su viviendas y obren en consecuencia.

Jesús, como ya hemos visto, practicó el escrache. Se presentó en el domicilio-ciudad-templo del poder a fin de realizar una serie de acciones que señalaran y denunciaran la línea de actuación de los líderes religiosos de su tiempo. Nosotros, seguidores de Jesús, debemos hacer lo mismo desde nuestra esperanza en el reino de Dios. Debemos acompañar a nuestros conciudadanos en sus legítimas denuncias y acciones que demandan otro modelo de sociedad. Debemos “acompañar los movimientos sociales alternativos desde el nivel de la base que protesten en contra de las injusticias del sistema presente y se esfuercen por desarrollar alternativas[3]”. De no hacerlo, estaremos haciendo un flaco favor a la causa de Jesús, el reino de Dios. Las iglesias debemos ponernos al lado de los que sufren la injusticia, y no escudarnos en una prudencia reformista muy alejada -en mi opinión- de lo que fue la práctica del Profeta de Galilea.






[1] Holloway, John. Cambiar el mundo sin tomar el poder. Lom ediciones, 2011 (1ª edición: Ediciones Herramienta, 2002). Págs. 254,255.


[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Escrache


Autor/a: Ignacio Simal Camps


Ignacio Simal es pastor de la Església Evangèlica de Catalunya - Iglesia Evangélica Española en la Església Evangèlica Betel (Orient,28; Hospitalet, Barcelona). Es Presidente de la asociación Ateneo Teológico. Fundó Lupa Protestante en el año 2005. Hasta el mes de julio del año 2012 fue su director. Presidente de la Mesa de la Església Evangèlica de Catalunya - IEE. Es miembro de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, y del Fòrum Català de Teologia i Alliberament.

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