martes, 26 de marzo de 2013

Hay más de 159.000 sacerdotes católicos casados.



Según estimaciones de la Confederación Internacional de Sacerdotes Católicos Casados, en el mundo hay por lo menos “150 mil curas” que han contraído nupcias, lo que demostraría la necesidad de que la Iglesia católica, que cuenta con cerca de 450 mil clérigos en activo, apruebe el celibato opcional, más aún porque para algunos, la cantidad de ministros católicos con pareja que se presume, es “conservadora”.
En entrevista, Lauro Macías Raygoza, vicepresidente de la Federación Latinoamérica para la Renovación de los Ministerios, aseguró que para imponer el celibato se ha “distorsionado lo que dijo Jesús, porque él nunca lo propuso, ya que es una aberración, una forma de dividir a los cristianos de primera, los perfectos, como si la perfección recayera en la castidad, y los imperfectos, los que no son célibes. Aunque sabemos que muchos sacerdotes son incapaces de seguir este mandato, así que se ha convertido en una gran simulación”.
Macías Raygoza, quien ejerció el ministerio durante una década y fue célibe durante ese tiempo porque “era de los convencidos y fui muy feliz”, relató que él fue testigo de la lucha interna que padecían muchos ministros “queriendo cumplir el celibato, y no se les daba, y por ello vivían en una angustia tremenda, y no sólo en el aspecto biológico sino también en el afectivo. Intentaban motivarse para ejercerlo, pero como era artificial, empezaban a vivir una doble vida”. Añadió que la Iglesia católica alberga en su seno a un grupo de sacerdotes que tienen la opción de casarse y son obedientes al Papa, pero pertenecen del rito oriental.
En entrevista aparte, José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México, al hablar en defensa del celibato aseguró que éste también es apoyado por la feligresía. “Se calcula que cerca de 80 por ciento de la gente no estaría de acuerdo en que los sacerdotes se casaran, porque de por sí son pocos, y si los que hubiera tuvieran que dedicarse a esposa e hijos, se reduciría su tiempo dedicado a la comunidad”.
Pero también hay una razón más terrenal, y ésta sería que la feligresía “no estaría dispuesta a mantener al sacerdote y a sus hijos. Y es que en ciertas comunidades, la gente con mucho trabajo acepta sostener al sacerdote, pero no lo haría con su familia”, precisó Aguilar.
Sin embargo, para Macías Raygoza esto no es una explicación de peso ni siquiera realista, porque este asunto se subsanaría “si se permitiera al sacerdote vivir de su trabajo, como lo hacen los anglicanos”, y agregó que en general a la feligresía “le importa un bledo que el sacerdote sea célibe, lo que le interesa es su entrega, su responsabilidad, su amor de hermano y su testimonio, lo que no quiere es que la sirvan espiritualmente de mala gana o con neurosis, como lo hacen algunos”.
En lo que sí coincidieron ambos es en afirmar que los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes en contra de menores no se explican por la prohibición de tener contacto sexual.
“Soy sicólogo, y el abusador de niños es un individuo que tiene una deformación de otro tipo, la cual no radica en que sea o no célibe, eso da lo mismo”, comentó Macías Raygoza. En tanto, Aguilar expuso que “quienes abusan de menores y cometen otro tipo de agresiones o violaciones, no es por efecto del celibato, sino producto de enfermedades, de desviaciones sexuales”, consideró.
De acuerdo con Josué Tinoco Amador, profesor y experto en temas religiosos de laUniversidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, “tratando de satisfacer la libido” es que algunos sacerdotes buscan calmar esa necesidad de diversas formas, y a veces no lo hacen de manera adecuada, incurriendo en “abuso sexual, incluso en contra de niños”.
De acuerdo con datos de la referida federación “a escala global uno de cada cuatro sacerdotes católicos se ha retirado del ejercicio oficial del ministerio”, no sólo a causa del celibato, aunque la mayoría finalmente terminó casándose.
Para el obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi, cada vez que se hacen públicas “infidelidades al celibato, se cuestiona su razón de ser”, pero destaca que hay que entender que el celibato es un “carisma, un don, un regalo que no se concede a todos y por eso no cualquiera lo comprende”.
El obispo reconoce que en el cumplimiento de esta norma “es innegable que ha habido fallas”, sobre todo porque “las tentaciones nos acechan por todos lados”, pero destaca en un escrito sobre este tema que “la inmensa mayoría vivimos con gozo y plenitud esta vocación, a pesar de nuestras limitaciones. Yo me siento muy fecundo y realizado gracias al celibato”, asevera.
Y agrega: “yo decidí libre y conscientemente no casarme, no por egoísmo, no por rechazo a la mujer ni por desconocer o despreciar la belleza del sexo y del matrimonio, sino por gracia del Espíritu Santo (…) soy feliz siendo célibe”.
Para otros, el panorama no es tan claro, y por eso postulan que el celibato debe ser opcional en la Iglesia católica de rito latino, porque éste no tiene sustento “ni en la Biblia, ni en la tradición, ni en la teología, ni en los dogmas”.
Por esto es que el 14 de mayo de 2009 la citada federación de sacerdotes casados presentó, una vez más, una propuesta de celibato opcional al Vaticano, y la respuesta fue tan contundente como siempre: “no”.
Mario Mullo, presidente de dicha agrupación, considera que esa “imposición” es “anacrónica” y, por tanto, la jerarquía vaticana no debe ser “intransigente” en torno a este tema, más aún cuando es claro que existe una crisis de vocaciones sacerdotales.
Para los críticos del celibato, éste va en contra de la naturaleza humana, ya que impone renunciar a algo que es inherente a la vida: la sexualidad. Lo cual implica sólo reprimir el deseo, pero no extinguirlo.
Esto es “muy difícil”, sobre todo en “ciertas circunstancias”, precisó un sacerdote que prefirió omitir su nombre, y quien tiene más de una década ejerciendo su ministerio, aunque ahora valora si continuará, porque hay situaciones que ya no puede evitar por más que lo intente y solicite consejos.
En breve plática telefónica, da su testimonio sobre el tema, el cual no sólo le preocupa sino también le incomoda, porque él fue férreo defensor del celibato y no pensó verse inmiscuido en una situación como la que ahora vive.
“No sé cómo fue, ni siquiera me di cuenta de cómo empecé a sentir esto. Ella sabe que soy sacerdote, me conoció en la parroquia, y dice que no le importa, pero a mí sí. Estoy traicionando mi vocación, ya fallé (…) he hecho ejercicios espirituales y nada (…) no hemos tenido contacto sexual, pero no estoy seguro de que pueda negarme por más tiempo. Entré muy joven al seminario, quizás me faltó vivir más a fondo ciertas experiencias, si así hubiera sido, tal vez no tendría ahora esta inquietud, no lo sé”.
Según el padre Aguilar, cuando algún clérigo experimenta un “enamoramiento pasajero se le pide que piense bien las cosas y tome una decisión, quien está indeciso recibe apoyo sicológico de parte de la Iglesia”, y agregó que a quien “se le descubre una relación larga e incluso con hijos, es obligado a retirarse del ministerio”.
Añadió que quien se encuentra en esta situación “debe avisar a su obispo para que éste le brinde apoyo, pero si el deseo de tener una pareja es lo que prevalece, se le debe retirar del estado clerical. Esto se establece en el Derecho Canónico, en el capítulo IV”.
La polémica sobre el celibato en la Iglesia Católica no parece tener fin. Y aunque no hay duda de que muchos sacerdotes viven esta norma a cabalidad, incluso con alegría y entrega vocacional, también es una realidad que en el mundo hay infinidad de “hijos del celibato” y, ciertamente, esta doble moral no es benéfica para la propia Iglesia.

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