viernes, 16 de agosto de 2013

Las mujeres como un arma para poder cambiar.


A medida que la frase "empoderamiento de las mujeres" se puso de moda algunas personas hacen retroceder las cosas. Se ofenden porque lo ven como la moda más reciente de lo políticamente correcto, una misión liberal para conseguir apoyo de las mujeres.

Nicholas D. Kristoff | Analista

Sin embargo, algunos incidentes recientes han subrayado por qué el impulso a la igualdad de género no es una moda absurda y por qué no se trata principalmente de lo políticamente correcto.

Por ejemplo, Marte Dalelv (foto), una noruega de 24 años, denunció una violación en Dubai y, entonces, la sentenciaron a 16 meses de cárcel bajo cargos que incluían sexo extramarital. Eso fue tres meses más que la sentencia del presunto violador. Debido a las protestas, las autoridades "perdonaron" a Dalelv (y, también, a su presunto violador). Esa es una primera razón por la que el "empoderamiento" no es sólo un lema: persisten las profundas injusticias de género. Y no sólo en Dubái.

El Ejército estadounidense tiene un record deplorable de violencia sexual en sus filas, con cerca de 26.000 elementos al año que han sufrido contacto sexual no deseado. No obstante, Barack Obama ha declinado hasta ahora apoyar la propuesta razonable, bipartidista, de la senadora Kirsten Gillibrand para mejorar las investigaciones de violaciones en el Ejército y reducir los conflictos de interés.

El telón de fondo político es la frustración de que las mujeres no están totalmente representadas en las decisiones que las afectan, y esa es una segunda razón por la que este problema tiene amplia resonancia. Por esta razón la senadora estatal de Texas, Wendy Davis, electrizó a los medios sociales cuando obstruyó una restrictiva legislación sobre el aborto. No es que los hombres estén más a favor de leyes sobre el aborto más estrictas que las mujeres, sino que muchas mujeres se sienten amedrentadas por legisladores varones desfasados.

Cualquiera que piense que el empoderamiento de las mujeres es un problema secundario, tampoco prestaba atención cuando Malala Yusufzai, a la que el talibán paquistaní disparó a la cabeza por defender la educación para las niñas, habló ante ONU en su cumpleaños 16. Malala resaltó la tercera razón para concentrarse en empoderar a las mujeres y las niñas. Es, quizá, la mejor ventaja para combatir los males sociales.


Como notó Malala, una fuerza poderosa para el cambio en el mundo es la educación, en especial la de las niñas. Estados Unidos ha invertido miles de vidas y cientos de miles de millones de dólares en Afganistán y Pakistán y logró poco. Quizá deberían invertir más en educación. Los aviones no tripulados y las patrullas militares refuerzan el extremismo pero la educación a las niñas lo debilita.

El cambio puede surgir no sólo por una bomba, sino también por una niña que estudia un libro bajo un árbol o en una mezquita. En promedio, tendrá menos hijos, habrá más posibilidades de que consiga empleo y tenga más influencia. Será menos probable que sus hermanos e hijos se unan al talibán.

Una comprensión final sobre las mujeres como palanca del cambio se produjo durante mi viaje anual indagué sobre la desnutrición que contribuye en 45% a las muertes infantiles en todo el mundo. Así es que, ¿cómo salvamos esas millones de vidas?

No sólo se trata de transportar más alimentos a los hambrientos o de mejorar las producciones agropecuarias en Africa. Se trata de - ¡sí! - empoderar a las mujeres.

Acompañamos a World Vision por las zonas rurales de Chad y hablamos con las mujeres sobre por qué sus hijos están desnutridos. Un factor ahí, como en gran parte del mundo, es: los hombres comen primero, y las mujeres y los niños comen las sobras. "Sabemos de la desnutrición", dijo una, pero si la carne no es en su mayor parte para los hombres, "hay problemas en la casa".

Investigadores hallaron que darles a las mujeres títulos de propiedad sobre la tierra, derecho de herencia y cuentas bancarias no son gestos simbólicos: son estrategias para incrementar la influencia de las mujeres en la toma de decisiones domésticas y salvar la vida de los niños.

Así es que a quienes les fastidian los "derechos de las mujeres" como algo políticamente correcto piénsenlo: no se trata de un problema de mujeres ni uno de hombres. Malala estaba totalmente en lo cierto: "No podemos tener éxito todos, si a la mitad no nos dejan avanzar".

*Kristof tiene dos columnas semanales desde 2001 en The New York Times, diario para el que trabaja desde 1984. En 1990 (junto a su esposa, Sheryl WuDunn) ganó un Pulitzer por su cobertura de los sucesos de la plaza Tiananmen en China. Ganó otro Pulitzer en 2006 por sus columnas. Ha publicado varios libros. Se lo puede contactar en Facebook.com/Kristof, en Twitter. en @NickKristof.

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