lunes, 11 de noviembre de 2013

El antiimperialismo no es socialismo.


Rómulo Pardo Silva

Los países rebeldes latinoamericanos buscan más justicia social pero no abandonan el camino de producir más para consumir más. La racionalidad sostenible no es su meta.
Cuba retrocede. Lo intentó pero la fuerza de la realidad global capitalista lo cerca incluso ideológicamente.

El problema es que nadie muestra un proceso para enfrentar las situaciones que se producirán en el futuro. Migraciones, falta de energía, de agua, de minerales, de alimentos y agua… guerras convencionales y nucleares de conquista de recursos, caos social y político. No se responde a la pregunta de qué debe hacer la humanidad con cada vez menos recursos naturales.

Aunque el cambio a la civilización de sobriedad no es popular es una obligación política decirlo.

Algunas afirmaciones de François Houtart [*], secretario ejecutivo del Foro Mundial de las Alternativas que preside Samir Amin, permiten reflexionar sobre el problema:

“En primer lugar debemos decir que es el único continente en el mundo donde existen esfuerzos por salir del neoliberalismo. Eso no lo encontramos en ningún otro continente y por eso el papel de América Latina hoy en día es central. Cuando digo esfuerzos por salir del neoliberalismo, o lo que Samir Amin llama avances revolucionarios, significa que son procesos con sus contradicciones, quizás no necesariamente poscapitalistas, pero si procesos con políticas posneoliberales.”

“Cuando vemos los países latinoamericanos, dejando de lado los que se ubican claramente en una integración de tipo neoliberal con el Norte, encontramos varios modelos de reorganización, por ejemplo, tenemos a Brasil, Argentina o Uruguay en una dirección que podemos llamar socialdemócrata, que aceptan de manera casi oficial el capitalismo como modelo de crecimiento tratando a la vez de tener una política social de redistribución del excedente del país. Eso ha dado resultados, no podemos negar los logros, en Brasil, por ejemplo, donde cuarenta millones de personas han salido de la pobreza extrema, pero no se ha dado un cambio de las estructuras sino una cierta adaptación del modelo capitalista, que además no tiene en cuenta lo que podemos llamar en economía las externalidades, es decir lo que no entra en el cálculo del mercado, como los daños ecológicos y los daños sociales.

Sin embargo, es diferente en países como Venezuela, Ecuador o Bolivia que tienen un discurso anticapitalista mucho más claro, además también de medidas de soberanía frente al imperio mucho más precisas. Incluso en Ecuador y en Bolivia tenemos el discurso sobre el Buen Vivir o Vivir Bien que parece colocar en el debate y en la agenda propuestas nuevas. Pero en estos procesos también encontramos límites tanto internos como externos.

Internamente me parece que el límite es la concepción del modelo de desarrollo, muy similar a la concepción que el capitalismo ha desarrollado. Veo eso en todo el mundo, no solamente aquí, lo veo en China lo veo en Vietnam, Angola o Mozambique, en movimientos que eran radicales, incluso comunistas. Finalmente al momento de la puesta en marcha de un desarrollo humano regresan a las mismas lógicas. Eso lo notamos, por ejemplo, en Ecuador, donde se habla de una nueva matriz productiva, pero cuando se trata de definir lo que esto significa, vemos que se traduce en desarrollar la minería, el petróleo, la extensión de los monocultivos para agrocombustibles, transgénicos, etc. No se ven muchas diferencias con las bases de un desarrollo de tipo capitalista excepto quizás en el vocabulario. Es un modelo que podríamos llamar neodesarrollista. Es un hecho que me parece que cada vez entra más en contradicción con los grandes principios del Buen Vivir.

Entonces nos encontramos con un límite interno, porque no existe otra concepción del desarrollo, no hay otro modelo, se debe inventar y es muy difícil inventar dentro del sistema.”

“Otro elemento importante es que estos procesos tienen un alto apoyo popular por lo que deberíamos preguntarnos si la opinión pública, si el pueblo está listo para entrar en un nuevo modelo de desarrollo.
[…] una opinión pública que apoya las nuevas iniciativas porque una parte importante de la población recibe beneficios en forma de bonos y políticas públicas. Pero sabemos, y esto incluso Rafael Correa lo reconoce, que una buena parte de las políticas siguen siendo asistenciales.
Me parece que para el futuro no se trata de negar que hubo avances en las nuevas políticas sino de ver que estamos frente a un modelo que lleva a la destrucción de la naturaleza y a desastres humanos y que debemos tener una visión global y holística a la hora de buscar soluciones realmente alternativas.”

“Me pregunto si es posible desarrollar un socialismo del siglo veintiuno con los métodos del capitalismo del siglo diecinueve. Definir la transición, este es precisamente el desafío fundamental para países como Ecuador, Bolivia o Venezuela. Debemos pensar si queremos un nuevo paradigma que sea poscapitalista y no solamente posneoliberal, y como plasmar esto en políticas públicas concretas. Tenemos la disyuntiva de desarrollar medidas que solamente adapten el sistema capitalista existente a nuevas demandas ecológicas o sociales o la posibilidad de crear un nuevo paradigma poscapitalista.”
Es bueno tener esos gobiernos latinoamericanos de cambio, pero la disyuntiva es izquierda en el capitalismo o izquierda sostenible.

Fuente: Apia Virtual

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