viernes, 8 de noviembre de 2013

La Teología después de Auschwitz.


por Ronald Rivera,Teólogo 

He escogido este título debido a que uno de los problemas fundamentales de nuestro mundo moderno con respecto a la fe divina (transmitida por nuestros abuelos y padres) es teóricamente el “problema de la teodicea”, en otras palabras cómo entender la existencia de Dios en un mundo donde hay dolor… Y es que en la práctica en los creyentes reside la pregunta de qué hacer ante el horror inconcebible de Auschwitz, un horror que se traduce ante una posible hecatombe masiva de la humanidad, que puede producirse en cualquier momento en una guerra atómica, o ante cualquier locura de la raza humana.

En el siglo XIX se respondió a la experiencia del sufrimiento con la falsedad del “ateísmo-protesta”, con la negación de Dios. Por otra parte las más horribles experiencias del siglo XX llevaron a una nueva clase de “teísmo-protesta”, es decir, a una nostalgia de Dios, causada por el hambre de justicia en el mundo. Y en el siglo XXI tenemos una crisis de lo humano que mezcla un ateísmo práctico con la nostalgia de encontrar razones para Creer y Esperar.

“La teología es… la esperanza de que el mundo no permanezca sometido en medio de la injusticia que lo caracteriza y de que no se convierta ésta en la última palabra. Es la expresión de la nostalgia y la esperanza de que el criminal no pueda quedar siempre triunfante sobre su víctima inocente”, declaró M. Horkheimer, fundador de la teología crítica, de la escuela de Frankfurt, en 1970. 

Por esta razón, hoy para muchos hombres no existe ya la pregunta atea acerca de si aún puede hablarse de Dios “después de Auschwitz”, sino la pregunta teísta, absolutamente nueva: de quién, sino de Dios se puede hablar “después de Auschwitz”. “Dios” se convierte para estos hombres, en la palabra protesta trascendental, absoluta, definitiva contra Auschwitz, contra Hirosima y contra el auto aniquilamiento de la humanidad. A este respecto ha surgido en estos tiempos una nueva “teología de la cruz”, del Dios sufriente, del Dios del dolor y del amor que redescubre de nuevo el Gólgota en los “sufrimientos de este tiempo”, y los sufrimientos de este tiempo en lo que sucedió en el Gólgota.

Recuerdo en mis clases de teología en la Universidad de Salamanca las repetitivas veces que el profesor Juan Pablo García nos decía que para pensar en nuestra teología actual debíamos partir desde lo que significó Auschwitz para la humanidad. Nos enseñaba que ese era el peor nivel de maldad históricamente expresado por que se trató de exterminar por completo una raza humana. Un atentado que transformó la manera de ver el mundo, porque palpamos todo lo que es capaz de hacer el hombre cuando parte desde sus principios y no de lo verdaderamente humano, aquello que nos da bien estar común.

Cuanto añoramos en estos días volver a creer en la humanidad. La decepción de los grandes paradigmas nos invitan a un nuevo Renacimiento, que le dé sentido a esta post modernidad vacía de sentido. Nuestro tiempo actual cae en pedazos como efecto de los cambios estructurales de pensamiento… Sólo los que logren tener fe podrán mantener “la esperanza” para construir ese nuevo Renacimiento que todos esperamos al final de este ciclo, donde lo humano sea nuevamente rescatado, la naturaleza respetada, y el valor religioso alimente el espíritu humano.

El Pontificado de Francisco nos ha brindado un viento refrescante, que nos dice que ser más humano si es posible. No es ni el capital ni las ideas izquierdosas las que darán al mundo una nueva oportunidad, sino tú y yo en el rescate del otro, en el rescate de lo humano… Es decir unidos en esa protesta-trascendental de nuestro presente.

El mejor ejemplo de humanidad nos la dio Jesús de Nazaret, allí el Camino, la Verdad y la Vida.

Ronald Rivera
Teólogo

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