viernes, 6 de junio de 2014

La resistencia del imperio a perder el control económico global.


Oscar Varela, 05-Junio-2014

¿No queríais más temas de política pura? Pues ahí va un inquietante análisis de geopolítica global que explica lo que pasa en el mundo y la preocupación del consejero de Gas Natural,Isidoro Felipe González, por el posible surgir de tendencias bolivaristas en España. AD.

“Destilado” de

Por Rafael Bautista (especial para ARGENPRESS.info)

Antes o después de leer el destilado, no dejen de leer completo el artículo de Argenpress. Y vale la pena también consultar la importante reunión que tendrá lugar los días 14 y 15 de junio:Cumbre del G77+China

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1.- En la Aurora del siglo XXI
El siglo XXI amanece con un nuevo mundo emergente que ya no presupone, ni cultural ni civilizatoriamente, la hegemonía occidental.

Las crisis en Ucrania y Siria manifiestan la compleja transición hacia un mundo sin centro hegemónico único; hacia el “incipiente mundo multipolar”.

El “gran relato” neoliberal del “fin de la historia” se hizo pedazos el 11 de septiembre de 2001 y su última cruzada, llamada el “choque de civilizaciones”, es derrotada en Siria y Ucrania.

Este mundo multipolar pende del siguiente detalle:
las alianzas geopolíticas sólo podrán cimentarse en una cooperación mutua y estratégica ;
no en exclusivas relaciones de dominación.

Las bravuconadas bélicas de Occidente no pudieron invadir Siria, y eso le está costando, no sólo credibilidad sino, sobre todo, la desconfianza en su capacidad militar.
Ni Estados Unidos ni Europa tienen la musculatura económica ni militar, para hacer valer sus sanciones a una Rusia que, aliada de China, ya no tiene necesidad de supeditarse a un Occidente en decadencia.

2.- Suicidio de una Geopolítica del desarrollo infinito
La geopolítica concebida por las potencias occidentales está feneciendo.

Ya no tienen sentido:

* la disposición centro-periferia, pertinente al mundo moderno,

* un sistema económico de despojo sistemático de vida (humanidad y naturaleza)

* en favor de los dos fetiches: el capital y el mercado .
La ciencia moderna junto a la economía capitalista en su mítico paradigma del desarrollo supone recursos de aprovechamiento infinitos; pero el mundo es finito y se rebela en crisis.

Ni la naturaleza ni el trabajo humano pueden garantizar un progreso sin fin. Un crecimiento sin límites es una pura ilusión trascendental.

El mundo moderno basa su crecimiento económico en el aprovechamiento exhaustivo de la energía fósil.

El mito moderno de los países ricos es crecer indefinidamente. Pero desde el 2003, cuando British Petroleum confirma el fracaso de la guerra de Irak, ya el primer mundo no puede subvencionar su desarrollo.

3.- La crisis de traspasar los límites
Las crisis financiera, energética y climática son la contra-cara de la rebelión de los límites ante las pretensiones ilimitadas de un crecimiento sin fin.
La cúspide de explotación petrolera a nivel mundial ya se habría alcanzado en el 2006. La del uranio se daría en el 2018. Pero los países ricos no responden de modo sensato a esta realidad sino que apuestan por un peligro aún mayor: los agrocombustibles.
Para el imperio es imprescindible la combinación dólar-petróleo. Sin petróleo no puede sostener su infraestructura bélica planetaria. Si tiene el petróleo tiene el control.

La amenaza sistemática contra Venezuela es porque necesitan del petróleo venezolano para equilibrar su poder ante estas nuevas derrotas en Ucrania y Siria.
Estados Unidos persigue su soberanía energética recapturando a Latinoamérica.

4.- G77 y el momento justo
Este contexto epocal de la “50 reunión cumbre del G77” a celebrarse en Bolivia, la hace inédita, pues si en sus inicios el G77 sólo coordinaba programas de cooperación en materia de comercio y desarrollo para una mejor integración en el mercado mundial, la nueva reconfiguración geopolítica y geoeconómica actual, sienta las bases para hacer de este grupo un contrapeso a la hegemonía -en decadencia- de los países ricos.
Politizar la cumbre G77 es fundamental para situar a nuestra región en la transición civilizatoria del siglo XXI. “Vivir bien” y la “Descolonización” dejan de ser pura retórica.
El ascenso de los emergentes reequilibran el poder global y hace posible descentrar la economía y la política globales.

Con el ascenso de los BRICS se reivindican culturas y civilizaciones que el mundo moderno las consideró arcaicas y del todo superadas.

India y China vuelven a tener la importancia global anterior a la modernidad.
Cuando los poderes hegemónicos retroceden en algo, las soberanías nacionales despiertan a nuevas apuestas y, si se generalizan, se entra en un “cambio de época”.

5.- Nuevas Alianzas; nuevas Estrategias

La cooperación y las alianzas estratégicas pueden enfrentar la arremetida de los países ricos.
Estas alianzas no pueden prescindir de los BRICS. Aliarse a los BRICS no tendría que significar avalar, o peor, remedar su modelo de crecimiento económico.

Una transformación del modelo productivo supone una nueva arquitectura financiera y ésta presupone un nuevo marco jurídico del derecho, nacional e internacional, que le devuelva la soberanía a los pueblos.

No es un modelo de desarrollo lo que ha entrado en crisis sino el propio desarrollo.

La concepción que de la naturaleza tienen el capitalismo y la modernidad, es lo que hace insostenible su sistema económico.

Los “derechos de la Tierra”, el “vivir bien” y la “descolonización”, devienen criterios epocales en donde caldear una fuerte toma de conciencia.
Desafiar al mercado global supone la promoción de sistemas productivos locales y tecnologías ancestrales recuperando la soberanía alimentaria, al mismo tiempo que remedia en un 50%, la emisión de gases de efecto invernadero
El nivel de agresión y destrucción del proceso de producción capitalista, destaca una invariable en su propia lógica: destruir para producir.

6.- Europa en entredicho
En Ucrania, la opción occidental consiste en restaurar el orden hegemónico unipolar; pues la sobrevivencia de Europa misma se encuentra en entredicho.

La dependencia del gas ruso le aleja de la esfera gringa y le convierte en una semi-colonia energética de una economía cuyo centro se hace cada vez más oriental.

Para Occidente es vital recuperar esa zona. Consideran que Ucrania es la entrada a Eurasia, donde vive el 75% de la población mundial y donde se hallan ¾ partes de toda la energía conocida.

Capturando a Ucrania impediría que la economía se orientalice, pues si Rusia se acerca a China (y a India), Occidente deja de tener la importancia que una vez tuvo y su economía; no podría ya reponer su predominio. Alemania está jugando doble, pues también se acerca a China y Rusia, aunque no renuncia a su pertenencia occidental.

7.- Hacia una Geopolítica “mundial”; no una “provinciano-imperial”
En un mismo mundo compartido, todo tiene relación con todo. El G77 no puede desatender este nuevo contexto.

El mundo es lo que se interpreta de éste. O descubres el mundo o te lo encubren.

La política exterior de nuestros países ha estado siempre constituida a partir de los marcos teórico-conceptuales de la narración geopolítica imperial. Habrá que desprenderse de eso.

El orden moderno es un sistema que encarnan dos grandes vicios de las relaciones internacionales: el deseo de dominio expansivo y de eliminación de la diversidad.

Un mundo multipolar y policéntrico hace pensar a nuestros países en una descolonización de la geopolítica.
La transición civilizatoria no puede ser ciega. Advertir el sentido potencial de una nueva reconfiguración planetaria, sin hegemonía única, permite diseñar una nueva fisonomía global más acorde a una realidad diversa y plural.

8.- Cerrando la ONU

La propia ONU debería desaparecer y dar lugar a una nueva y más democrática organización.

El G77 contiene la mayor concentración de países miembros de la ONU, por tanto, su legitimidad es considerable. Un nuevo mundo en ciernes no puede amanecer con instituciones arcaicas.

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Rafael Bautista es autor de “La Descolonización de la Política. Introducción a una Política Comunitaria”, Plural editores, la Paz, Bolivia.

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