lunes, 21 de julio de 2014

Cuando la religión no es una barrera.

Natalia, cristiana y su hermano Andrés, judío, con sus padres, Harry (judío) y Elena (católica)

FIELES DE DIFERENTES CREENCIAS CONVIVEN EN FAMILIA O EN PAREJA.

Compartir en la vida cotidiana los valores que enseñan diferentes religiones y respetar las creencias del otro, son la base para una convivencia en armonía. Así surge de diversos testimonios de personas que integran familias interreligiosas.

EDUARDO DELGADO. dom. 20 jul 2014

Andrés Abt tiene 41 años, es judío, dirigente de la lista 71 del Partido Nacional y empresario. Su padre es judío, su madre y su hermana, católicas. Juan Pedro Ribas es musulmán, tiene 66 años y una larga actividad en organizaciones sociales; sus cuatro hijos son católicos. Pablo Pérez es maestro de kung fu, tiene 38 años y está en un proceso hacia el budismo; su esposa es católica y un niño de siete años al que define como "hijo del corazón" comparte aspectos de ambas doctrinas.

Son algunas de las personas que forman parte de familias interreligiosas en Uruguay, que lo celebran y colocan entre lo mejor de sus vidas.

Para Abt, lo más difícil fue lo que vivieron sus padres 45 años atrás. "Mi padre es judío y mi madre es católica; que hubiera un casamiento entre fieles de dos religiones distintas era menos común de lo que es hoy, cuando cada vez se aceptan más los casamientos mixtos", dijo. Sin embargo, las dos familias no tuvieron problemas religiosos y cuando él y su hermana llegaron "siempre nos inculcaron la idea del respeto hacia las dos religiones", agregó.

"Mi mamá siempre me decía y me dice que lo más importante de las religiones es compartir con el otro las cosas en común, como ser buena persona, no matar, no robar. Los diez mandamientos son iguales para judíos y cristianos, y respetando eso uno puede pertenecer a cualquiera de las religiones".

Abt recordó cuando de niño, en las fiestas judías, su madre le pedía a sus amigas judías las recetas de las comidas preceptivas y cómo debían servirse "para que en nuestra casa hubiera la misma mesa que en cualquier casa judía en el mundo". Y en las fiestas de Navidad se armaba el árbol y todos los elementos navideños.

Fue su madre católica quien lo impulsó al judaísmo, sabedora de la significación que para sus abuelos paternos (que habían perdido todos sus familiares en la Segunda Guerra) tenía esa opción.


Esa formación le ayudó "a la convivencia con respeto" y a tomar como filosofía de vida el "construir puentes", no solo en la parte religiosa."Yo me siento y soy judío, hice la Bar Mitzvah (ceremonia de confirmación) y me siento perteneciente a la religión judía. Es algo que no dejo de lado, pero comparto lo otro, lo entiendo y lo sé parte de mi familia", dijo.

Dos años atrás, Abt se casó con una mujer católica y en la fiesta organizada por amigos hubo elementos de las dos religiones.

Abt es padrino de bautismo de una sobrina católica. "Cuando mi hermana me pidió que fuera padrino de su hija, fue una emoción enorme".

El mismo Abt fue bautizado en la Iglesia y circuncidado según el ritual judío.

"Para mi padre y mi madre era importante que en ese momento tuviera la fe de cada una de las dos religiones, y después de grande, elegir".
La biblia y el Corán.

Juan Pedro Ribas fue criado en el catolicismo y sus cuatro hijos lo fueron bajo los preceptos de esa religión.

Llegó un momento en que "quería cambiar mi vida profundamente, y en esa desesperación llamé a mi querido amigo (el obispo Pablo) Galimberti, y le dije: `Haceme cura`. Me dijo: `Sos muy viejo, podés ser diácono`. No sé muy bien qué es pero no me convencía", relató.

Personas de la obra social en que trabajaba le decían que la edad no era el tema porque la religión es servicio, "y yo soy un hombre de servicio", dijo.

Por ese entonces su hermano, el director técnico de fútbol Julio Ribas, dirigía en Omán y le aconsejó a Juan Pedro que leyera el Corán, porque es algo "fabuloso, trascendente".

"Empecé a leer y sentí que era algo que me llenaba, que podía darme ese cambio trascendente en la vida. Después viajé a otros lados, profundicé y acepté". En 2008 decidió convertirse en musulmán.

"Mis hijos al principio quedaron asombrados y hasta asustados", expresó. Pero una de sus hijas lo acompañó en un viaje a Irán y "quedó sorprendida de un mundo nuevo", tan diferente al que conocía por los medios, lleno de valores y respeto a la familia". "Me dijo que se dio cuenta que los hombres son buenos o malos sin que dependa de la religión", contó.

Juan Pedro, uno de sus hijos, dijo que saber de la conversión al islam de su padre "en el momento fue un sacudón". Primero fue "el desconocimiento del islam y las dudas que eso generaba" para ellos, que habían ido a un colegio salesiano y siempre estuvieron vinculados a la Iglesia católica. "Lo que me parece es que cualquiera sea la fe, si le hace bien a una persona, es positiva", señaló Juan Pedro hijo. "El cambio de mi viejo fue para bien", afirmó.

"Yo tengo amigos judíos, muchos amigos cristianos y ahora, un padre musulmán. Lo bueno es bueno en todas las religiones. Siempre es mejor ser un buen judío, un buen musulmán o un buen cristiano", concluyó Juan Pedro hijo.

Su padre evita algunas festividades "porque a veces se transforman en reuniones sociales donde se toma mucho. Nosotros lo tenemos prohibido". Pero en Navidad pasa con sus hijos. Uno de ellos dijo sonriendo que él no hace ayuno "ni aunque me paguen".

"Yo nunca vi una sociedad que aceptara tanto y respetara otras religiones e ideas como la uruguaya", señaló Juan Pedro. Relató que "una vez que tuve cierto conflicto de tipo ideológico, le rogué a personas importantes que no traigan la mentalidad de otros lados del mundo a este país tan maravilloso, que es una puerta abierta a la cultura y la religión. Creo que eso lo hemos conservado".

Juan Pedro adoptó el nombre de Alí pero casi no lo usa ya que opina que su propio nombre le da "garantías" a mucha gente. "Hay varios Alí en Uruguay y no somos todos iguales. Si utilizara solo el nombre que me adjudiqué en el islam daría lugar a confusión y yo respondo por mí y por mis actos", dijo.
Budismo.

El uruguayo Pablo Pérez es Laoshi (maestro, en mandarín) de kung fu. Practica artes marciales hace 31 años. Este año viajará por tercera vez a China y por primera vez ingresará al templo Shaolin del monte Song -una de las cinco montañas sagradas-, donde conocerá al abad Shi Yongxin, una autoridad del budismo.

En su niñez Pérez abrazó el cristianismo e incluso se educó en un colegio católico. Luego comenzó a tener contacto con la comunidad china en Uruguay, empezó a practicar tao y a estudiar medicina china, que tienen puntos en común con el budismo. Sus padres tomaron con naturalidad su proceso.

"Voy camino a ser budista", dijo. Su compañera es cristiana "con mente abierta", comentó.

"Damos gracias a Dios y a Buda, agradecemos y pedimos respetándonos el uno al otro", agregó. Su pareja tiene un hijo de siete años que él considera "un hijo del corazón". Lo conoce desde los dos años y ya practica kung fu.

"La madre reza antes de dormir y él aprendió algunas palabras en chino y del hinduismo, que son bendiciones también", relató.

"Para mí, Dios es uno solo con diferentes nombres y todos son valederos", concluyó Pérez.
El país más agnóstico de la región


Uruguay es el país más agnóstico de América Latina y con menor porcentaje de católicos en su población. Además, es el único país de la región en el que se da un proceso "acelerado de secularización", según el informe "Las religiones en tiempos del Papa Francisco", de la Corporación Latinobarómetro, que analiza 18 países de la región. En 1996 Uruguay tenía 60% de católicos y 18% de agnósticos. En 2013 había 41% de católicos y 38% de agnósticos o ateos. Un 13% se define creyente de otras religiones (protestantes, judíos, musulmanes, umbandistas, otros).

Fuente: elpais.com.uy

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