martes, 11 de noviembre de 2014

Las actitudes de las personas frente al cambio climático.


¿Por qué hasta ahora como humanidad no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en un tema tan trascendental?

Por Rodrigo Arce Rojas*

Del 1 al 12 de diciembre desarrollará en Lima la COP20 que es la Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) como parte del proceso de negociación que concluirá en París en el 2015 con un acuerdo climático global vinculante.

Nos preguntamos, ¿Por qué hasta ahora como humanidad no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en un tema tan trascendental? El presente artículo explora el universo de actitudes de las personas (y también de las organizaciones) frente al cambio climático como una manera de contribuir al debate y de proponer pistas orientadas a lograr el tan ansiado acuerdo de limitar el incremento de temperatura a menos de 2°C.

Existen diferentes actitudes de las personas frente al cambio climático: unos prefieren negarlo, otros pretenden subestimarlo, otros exacerbarlo y otros son indiferentes. Veamos cada uno de estos tipos de actitudes.

Los que prefieren negarlo afirman que no existe tal cambio climático y que el sistema atmosférico siempre está cambiando de manera normal. Aunque el grupo de los escépticos del origen antrópico del cambio climático cada vez son menos todavía es posible escucharlos. Curiosamente, por decir lo menos, se atreven a señalar que el cambio climático antropogénico es un invento de los ambientalistas y de los enemigos del progreso. Señalan además que la humanidad tiene problemas muchos más grandes e importantes que atender como para estar distrayéndose en cuestiones ambientales.

Los que subestiman al cambio climático minimizan sus impactos. Consideran que el tema existe pero que no habría porqué preocuparse tanto. Total, mencionan ellos, el hombre con su infinita capacidad inventiva, siempre generará opciones tecnológicas que lleven a superar los efectos del cambio climático.

También hay quienes exacerban el cambio climático. En este grupo se ubican los que utilizan un tono catastrofista del fenómeno y consideran como una señal concreta del fin de los tiempos. Ponen de manifiesto que el ser humano ha fallado estrepitosamente en construir una sociedad equilibrada y que el planeta pronto pasará la factura a su desidia.

Los indiferentes al cambio climático son aquellos que no se sienten involucrados frente al tema independientemente de la magnitud del problema. Como tal, tampoco se ven convocados en la generación de soluciones. Como se dice coloquialmente, el tema no es con ellos.

Una actitud especial refiere a aquellos que aparentan importarle el tema del cambio climático pero cuyas prácticas no se condicen con su discurso por ello no es difícil encontrar evidencias concretas de inconsistencia e incoherencia.

Una categoría distinta refiere a los oportunistas, los que ven al cambio climático una oportunidad para revisar el modelo de desarrollo predominante, los sistemas económicos, las tecnologías o incluso la oportunidad para hacer grandes negocios.

Aunque esta clasificación no es absoluta, recoge las tendencias predominantes de las personas.

Las personas además desarrollan actitudes frente al grado de afectación del cambio climático. Así habrá aquellos que consideran que el cambio climático existe pero no me afecta o por lo menos no en lo inmediato. Aquí se reconocen diferentes grados de distancias entre el cambio climático y las personas, estas distancias pueden ser geográficas (“porque los impactos son lejanos respecto a dónde vivo”), temporales (“porque los impactos vendrán después y a mí no me alcanzan”) o afectivas (“mientras no me afecte a mí poco me importa”).

Como se puede colegir de las diversas actitudes de las personas, existen múltiples razones subyacentes detrás de cada posición. Estas razones son de diferente origen: ideológicas, políticas, científicas o emotivas; se cruzan además las creencias y convicciones personales de las dimensiones ambientales, sociales o económicas. Habrá quienes buscan una perspectiva de equilibrio y otros quienes privilegien razones económicas o ambientales. Quiere decir entonces que hay razones legítimas y otras interesadas según sus propias perspectivas.

En este concierto de actitudes hay quienes tienen preocupaciones serias sobre el cambio climático y están realmente preocupados por sus impactos. Pero también hay quienes usan el tema del cambio climático como un pretexto para imponer sus propias agendas e intereses económicos o políticos.

Para poder avanzar hacia el acuerdo vinculante buscado se requiere entonces reconocer el sentido de urgencia del cambio, reconocernos como parte de una única comunidad humana (independientemente de espacios, tiempos y creencias) y reconocernos como parte de la naturaleza. Implica reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestra propia esencia. La humanidad está en cada uno de nosotros, y cada uno de nosotros es la propia humanidad.

Visto desde esa perspectiva es imprescindible dejar de lado todo tipo de prejuicios y ser capaces de superar los intereses particulares de cualquier tipo para vernos reconocidos en los legítimos intereses de la humanidad como un todo. El daño que provoca el cambio climático a las personas en cualquier parte del mundo es el daño que nos afecta a cada uno de nosotros. Todo crecimiento que implique subestimar o desconocer el cambio climático es iluso y es ficción. Necesitamos apelar al camino de la sensatez con nosotros mismos, con el planeta y el cosmos. Es hora de demostrar que como humanidad estamos a la altura de las circunstancias.
*Rodrigo Arce Rojas es ingeniero forestal. Su correo es: rarcerojas@yahoo.es


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Fuente: Servindi

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