miércoles, 26 de noviembre de 2014

¡Qué subversivo es el mensaje profético!


POR ALEXANDER CABEZAS*

Como lectores del presente siglo, hay personas que tropiezan con las ideas preconcebidas acerca de la naturaleza de las profecías bíblicas. Estas han desembocado en interpretaciones erróneas y en aplicaciones que, no solo afectan la comprensión del mensaje profético, sino que han marginado, estigmatizado y exagerado su valor para el presente. Y lo que aún es peor, en algunos círculos se ha tomado la profecía como el medio para fomentar las predicciones de un futuro escatológico. Este reduccionismo es la base para la aparición de ciertos líderes que se atribuyen a sí mismos la autoridad de hablar, vaticinar e incluso dar ordenes en nombre de Dios.

En mi país hay un líder, no poco reconocido que tiene una Página Web muy visitada. Todos los años publica sus predicciones. La dirección que tienen estas profecías se entremezclan con simbologías numéricas, letras del alfabeto y el calendario hebreo. Algo así como una especie de ¡cábala cristiana!

Quizás, lo más preocupante sea que cada día éste y otros líderes similares, cobren más fuerza y ganen adeptos o seguidores. Algunas personas le siguen por el deseo de conocer lo que Dios tiene destinado -hacer o no hacer- para sus naciones; otras porque andan buscando un genuino acercamiento a Dios, y otros por simple curiosidad. Está claro que conocer el futuro es un deseo que no nos es ajeno; el problema real está en los medios que se emplean para conseguir determinados fines y en las personas que se aprovechan de ello para lucrarse personalmente.

Estos seguidores no siempre están dispuestos a abrir vías para el dialogo, permitir ser cuestionados y, mucho menos, darse la oportunidad de analizar estas proclamas que están muy cerca de lo esotérico. Cuando alguien discute o escribe en contra de sus pastores, terminan atrincherándose en sus posiciones, aunque queden desarmados y sin argumentos bíblicos o teológicos. A fin de cuentas, lo más importante es defender a sus líderes y su reputación a toda costa. ¡Qué fervor religioso más profundo! Creo sinceramente que es digno de admirar, aunque no lo comparto.

Tengo una hermana menor que creció conmigo en un ambiente de iglesia. No obstante, en su vida adulta decidió alejarse de las estructuras eclesiásticas por diversas razones. Me dijo que una vez sintió el deseo de empezar a visitar una congregación cercana a su hogar en Tibás. Cuando estaba en ese servicio, un domingo por la mañana y con más de mil personas reunidas, después del periodo de cantos, encendieron una pantalla gigante y apareció la imagen del pastor hablando a la audiencia. Este líder no estaba en su congregación, ya que estaba de gira por América del Sur (he escuchado que tiene muchos seguidores en esta subregión). Después de un saludo inicial, este hombre hizo una declaración profética y afirmó que los que dieran una ofrenda superior o equivalente a más de 55 mil colones (cien dólares), recibirían una bendición superespecial. La mayoría del público aplaudió en señal de aprobación.

Esa fue la última vez que mi hermana puso un pie en una iglesia evangélica de forma voluntaria, salvo para asistir a una ceremonia, como un matrimonio o un funeral de un familiar cercano.

Algunas de las personas que lean esto se identificarán con la situación planteada; otros dirán que esas cosas no deben comentarse, ya que es así como se continúa ensuciando la imagen de las iglesias y de los pastores evangélicos; habrá otros que reaccionarán en defensa de este líder y justificarán sus acciones. Sin embargo, y con ejemplos como este la reputación, el trabajo y el ministerio de muchos pastores han caído en descrédito. Pero, yo doy fe de que no todos los líderes y pastores caminan por estas sendas.

Por mi parte no puedo permanecer callado o autovetarme, y más aún cuando entiendo que el silencio y la pasividad ante estas situaciones nos convierten en parte y cómplices de las obras de las tinieblas. La Biblia es clara cuando dice que debemos denunciar, Efesios 5:11. John Stott en su comentario, El mensaje de Efesios (2006), refiriéndose a este mismo pasaje decía: “Denuncia suena negativo; pone en evidencia lo que es la gente juzgándola, condenándola. Y es así” (pág.188).

Algunos han interpretado que los cristianos no tienen derecho a denunciar y que lo único que les corresponde hacer es permanecer callados y no importunar a los demás para demostrar que “andamos en amor.” Gracias a esta errónea concepción muchos se aprovechan para robar, manipular y abusar de sus congregaciones en nombre de la fe.

Por tanto, ¿Qué es el mensaje profético?

Yo animo a los lectores a seguir al doctor Juan Stam, quien ha escrito bastante y además es una autoridad en el tema. Solamente deseo aportar que Fee y a Stuart, en su libro La Lectura Eficaz de la Biblia (1994), mencionan que menos del 2% de las profecías del Antiguo Testamento son mesiánicas y menos del 1 % se refiere a sucesos que todavía están por ocurrir.

Si tenemos en cuenta estas palabras como referencia, las profecías bíblicas nunca han tenido un matiz netamente futurista o escatológico. Y, aunque sí hay profecías muy concretas, la mayoría de ellas tiene una connotación de denuncia de la pérdida de los valores morales, éticos, teológicos y espirituales. Todos los profetas fueron comisionados por Dios con un mensaje específico enmarcado en estos aspectos cardinales ya mencionados.

El profeta Miqueas, por ejemplo, resume su comisión profética cuando dice: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8). Jeremías, a su vez, también denuncia el alejamiento del Pueblo y utiliza un verbo que es medular en todo sus mensajes: “volverse” (shub en ebreo). La expresión “volverse”, tiene un sentido de denuncia orientador y pastoral: El pueblo debía humillarse y “volverse” a Dios, sin omitir restaurar la relación con su próximo. Si ellos obedecían, Dios les iba a perdonar y a recibir como a hijos e hijas.

¡Qué subversivo es el mensaje profético! Pero, entiéndase el verdadero mensaje profético, tal y como la Biblia lo clarifica. Lo demás, juzguen ustedes estimados lectores.


*Alexander Cabezas Mora, costarricense. Consultor en temas de niñez e iglesia. Profesor de varios seminarios teológicos en Costa Rica. Tiene una maestría y una licenciatura en teología y un bachillerato en Educación Cristiana.

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