viernes, 3 de julio de 2015

Feminismos, género y masculinidades.



No corren tiempos favorables a la igualdad. Las desigualdades de todo tipo se ciernen por doquier: políticas, sociales, económicas, culturales, étnicas, de género, etc. Pero también existen movimientos cada vez más numerosos que luchan por la igualdad de género, la justicia económica y ecológico y el reconocimiento de las diferencias en un clima de diálogo intercultural, interreligioso e interétnico. Precisamente por eso es más necesario que nunca recuperar propuestas utópicas, ensayar nuevas políticas y reflexionar críticamente sobre el orden político, económico, moral y cultural sobre el que se construye la convivencia.

En un contexto en el que, gracias a las indudables conquistas jurídicas alcanzadas en países como el nuestro, vivimos en una especie de “espejismo de igualdad”, es urgente que desde el feminismo nos sigamos planteando todo lo que nos queda por hacer. Después de un siglo XX de múltiples construcciones teóricas en torno a las diferentes identidades y subjetividades, urge una reflexión serena, pero activa, sobre los principales retos que el feminismo tiene planteados en un mundo donde la alianza capitalismo/patriarcado/colonialismo/depredación de la naturaleza se torna especialmente férrea.

En esta reflexión hay que incorporar la mirada múltiple del feminismo que hemos de conjugar en plural. Son muchos los feminismos que, compartiendo un tronco común, se proyectan en diferentes caminos de emancipación, lo que requiere, sin imponer la uniformidad, establecer alianzas y crear redes entre ellos. Es necesario avanzar en la construcción de un feminismo transnacional, no etnocéntrico, poscolonial, en el que quepan todas las diversidades del planeta, sin que desemboquen en desigualdades.


La reflexión teórica, que debe a su vez traducirse en una acción política, ha de incorporar el análisis crítico del modelo hegemónico de masculinidad sobre el que se ha edificado el modelo jurídico-político que partió del hombre como sujeto único del Derecho y de los derechos, del pensamiento y de la racionalidad, excluyendo formal y realmente a las mujeres, al tiempo que articuló un binomio jerárquico entre poder masculino/subordinación femenina.

Es necesario que los hombres nos incorporemos directamente a la lucha por la igualdad, como ya está sucediendo en los ámbitos académicos y en las movilizaciones sociales, si bien minoritariamente, mostrando así que la teoría feminista y sus reivindicaciones no son un asunto solo de las mujeres, sino que afecta a hombres y mujeres por igual y nos compromete a todas y todos. Ello implica asumir la pérdida de privilegios de los que los hombres hemos disfrutado injustamente por mor de la masculinidad hegemónica. Desde ahí hemos de tejer complicidades con las mujeres feministas y hemos de reconstruirnos desde las múltiples maneras no dominadoras de ser hombres.

Todo lo anterior ha de plantearse desde la asunción del “género” no solo como herramienta analítica sino también como factor clave en la adopción de políticas públicas. Para ello hay que superar la lógica liberal de la igualdad, deconstruir un Derecho (anti)discriminatorio basado en el referente masculino y cuestionar unos presupuestos epistemológicos que durante siglos no han tenido presentes las relaciones de poder que articulan nuestras sociedades, las narrativas que nos configuran como sujetos y los fundamentos patriarcales de los saberes.

A partir de estos presupuestos, habremos de revisar críticamente los instrumentos que hasta ahora se han venido usando para luchar contra la desigualdad de género y optar por alternativas en el ámbito de la política -la democracia paritaria en un sentido cualitativo-, en lo jurídico –el feminismo como fundamento y presupuesto de un derecho “para dos”- , en lo económico –a través de propuestas tan iluminadoras como las que se engloban bajo el ecofeminismo– y en lo cultural, mediante las lecturas alternativas de los elementos que definen nuestra identidad individual y colectiva, entre los que, por ejemplo, habría que tener muy en cuenta las aportaciones que se están haciendo desde las teologías feministas como teorías críticas de las religiones, que son el último bastión legitimador del patriarcado.

Estas cuestiones, y las que bien seguro provocará el diálogo sobre ellas, serán abordadas del 20 al 22 de julio en La Rábida (Huelva) en el Curso de Verano Feminismos, género y masculinidades, bajo el amparo de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), por un grupo de profesoras y profesores que llevamos años investigando sobre feminismo y género e implicados e implicadas en la lucha por la igualdad. En dicho curso nos reuniremos Rosa Cobo, Soledad Murillo, Alicia Puleo, Ana de Miguel, Miguel Lorente, Jesús Gutiérrez y los que firmamos estas líneas, con el objetivo, ambicioso y muy sugestivo, de superar la melancolía y proponer alternativas en un ejercicio multidisciplinar y dialogante de empoderamiento, abierto a todas las mujeres y los hombres que, a estas alturas, hayan entendido que hablar de género y feminismo es hacerlo de democracia paritaria o que deseen transitar por este camino múltiple de emancipación.

Juan José Tamayo es director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacuría de la Universidad Carlos III de Madrid. Octavio Salazar Benítez es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba.

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