jueves, 17 de septiembre de 2015

¿“Extrema crudeza” o extrema hipocresía?



Darío Mollá. El periódico que a nivel estatal representa la izquierda (¿?) “políticamente correcta” de este país decía el pasado jueves que no publicaba la foto del niño sirio muerto en una playa de Turquía por su “extrema crudeza”. Políticamente correcto, claro… pero, sinceramente, a mi esta no publicación me suena a más “extrema hipocresía”… Porque la “extrema crudeza” no está en una foto que refleja la realidad, sino en la realidad que la foto refleja.

La “extrema crudeza” es la del sufrimiento de muchos miles de personas que tienen que huir de su país por una guerra incomprensible, sostenida por años ante la pasividad del mundo, y que tras sufrir un durísimo exilio se encuentran en el mejor de los casos con la inhumanidad de Europa, y en los casos más dramáticos con muertes que nos horrorizan.

La “extrema crudeza” es la de la ineficacia culpable de los gobiernos europeos, liderados por un señor de Luxemburgo (cuya vida quizá sí conozca episodios de “extrema crudeza”), la de la indiferencia de tantos líderes y personas con responsabilidad y posibilidad de hacer algo y que sólo hacen declaraciones que se lleva el viento, la de todos aquellos/as ciudadanos/as que prefieren mirar hacia otra parte… para no ver escenas de “extrema crudeza”.

La “extrema crudeza” es la del nivel de bajeza moral al que ha llegado una Europa que en este momento está renegando de sus principios más sagrados, de su propia historia, de las leyes y convenciones que ella misma se ha dado… La “extrema crudeza” de un egoísmo tanto más acentuado cuando mayor es el grado de bienestar.

La “extrema crudeza” es la de un sistema económico y político capaz de generar tanto sufrimiento, incapaz de hacer justicia con gentes y pueblos, movido por un interés enfermizo, repelente en las justificaciones hipócritas de lo que hace o no hace… Un sistema que sostiene tiranos y capaz de movilizarse por el petróleo pero no por las personas.

“Extrema crudeza”… ¡Va, seamos serios! La crudeza de lo que está pasando, y que, gracias a Dios, una fotógrafa pudo captar y compartir. Ante esa “extrema crudeza” creo que mis palabras se quedan cortas, muy cortas…

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