lunes, 21 de septiembre de 2015

La Teología de la Liberación y las perspectivas de una teoría todavía incomprendida.



Adital

Desde que surgió en América Latina en la década de 1960, la Teología de la Liberación (TdL) ha promovido el debate sobre los pobres y los oprimidos y su importancia, principalmente para la Iglesia Católica. Para los críticos, la corriente significa una politización indebida de la fe; para los defensores el modelo, representa, más allá de una revolución espiritual y cultural, la reapropiación de la Palabra de Dios por parte de los pobres.
A pesar de las reflexiones consideradas “revolucionarias” y “comunistas”, la TdL siempre provocó la oposición del ala más conservadora de la Iglesia, desde su origen con el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. Uno de los exponentes de la TdL en Brasil, Leonardo Boff, por ejemplo, fue condenado por el Vaticano a un año de “silencio obsequioso”.

Con más de 50 años de existencia, la corriente pasó por algunas generaciones de teólogos y teólogas que siguen renovando la “opción por los pobres”. Después de los años 90, sin embargo, la TdL atravesó un período de declinación y el envejecimiento de sus líderes. Sin embargo, con el Papa Francisco reorientando el foco cristiano hacia los pobres y oprimidos, la corriente retorna a los debates que involucran a la Iglesia.

Bajo la perspectiva de la TdL, los pobres ya no son vistos como meros objetos de caridad, sino como sujetos de su historia y de su emancipación.
Un ejemplo de las actuales discusiones es el II Congreso Continental de Teología, organizado por la red católica Amerindia, a realizarse en Belo Horizonte (Estado de Minas Gerais – Brasil), del 26 al 30 de octubre de 2015. Con el tema “La Iglesia que camina con Espíritu y desde los pobres”, el encuentro reunirá a teólogos/as y comunidades cristianas de las Américas para profundizar las reflexiones sobre la reforma de la Iglesia, estructurando propuestas para un “hacer cristiano en comunidad”, y con la opción por los pobres.

Para comentar sobre las principales contribuciones y el futuro de la Teología de la Liberación, Adital entrevistó al teólogo y sociólogo Dirceu Benincá, que explica por qué la corriente todavía es incomprendida por algunos sectores y cómo puede ser identificada en las acciones del Papa Francisco. Según el teólogo, la TdL tiene en su ADN la perspectiva “profética” y la comprensión de que la fe tiene necesariamente una dimensión política. Benincá comenta además cómo la fe cristiana fortalece la consciencia crítica y fomenta una espiritualidad de lucha colectiva por mejores condiciones de vida.

Adital: ¿Qué significa la opción preferencial por los pobres, punto central de la Teología de la Liberación?

Dirceu Benincá: Representa una revolución teológica y eclesial, así como una oposición frontal al sistema capitalista. La evangélica opción preferencial por los pobres, asumida por la Teología de la Liberación (TdL), viene acompañada de un posicionamiento claro, contrario a todas las injusticias sociales, desigualdades económicas, autoritarismos políticos y colonialismos culturales, causas de pobreza y miseria. Esa opción surge como consecuencia de una decisión consciente de la Iglesia libertadora, inspirada en el proyecto de Jesús de Nazaret.

No podemos olvidar que la TdL surgió en América Latina, en los años 1960, como reacción a un sistema marcado por dictaduras militares, explotación, dependencia externa y mucho sufrimiento humano. Inmediatamente, se propagó también por África, Asia e inclusive hacia algunos ambientes del Primer Mundo. Se inspira en los documentos producidos por el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965), evento histórico que promovió la apertura de la Iglesia Católica al diálogo y la interacción con el mundo moderno.

La TdL tuvo un significativo impulso con la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Medellín (1968). En ella, los obispos analizaron, con una seria preocupación, la “violencia institucionalizada” y las “estructuras injustas”, que pesaban sobre los pueblos. Establecieron como gran directriz de la Iglesia la opción preferencial por los pobres, lo que quedó más explícito en la Conferencia de Puebla [México] (1979). En 1992, en la Conferencia de Santo Domingo [República Dominicana], los obispos afirmaron: “El creciente empobrecimiento a que están sometidos millones de hermanos nuestros, que llega a intolerables extremos de miseria, es el más devastador y humillante flagelo que vive América Latina y el Caribe” (nº 179). En Aparecida [Brasil] (2007), hubo una revalidación de la importancia de la TdL ante los desafíos del tercer milenio.

La opción preferencial por los pobres es, pues, la toma de consciencia del verdadero compromiso de la Iglesia en la sociedad dividida en clases. Compromiso que se traduce en la lucha incesante por la garantía del derecho fundamental a la vida digna para todos. De ahí la centralidad en los pobres, cuya vida está más amenazada y atribulada. Con la Teología de la Liberación, la Iglesia hace lo que no podría dejar de hacer para ser auténticamente cristiana.

Adital: ¿Cuáles son hoy los rostros de esos pobres y oprimidos?

DB: En la sociedad actual, los pobres y oprimidos tienen múltiples rostros. Trascienden fronteras geográficas, históricas, étnicas, de género, culturales o religiosas. El empobrecimiento, la exclusión social, la violación de derechos y de la dignidad humana son consecuencias directas de los procesos neocoloniales y neoliberales, que ganan amplitud y profundidad con el avance de la globalización. Se trata de un fenómeno que se reproduce, se expande y tiende a ser naturalizado por el sistema hegemónico.

La pobreza y la miseria no son cuestiones meramente matemáticas y económicas. Permean las diversas dimensiones de la vida personal y social. Entre los pobres y oprimidos, no pueden ser olvidados los migrantes, los catadores de materiales reciclables, los habitantes de calle, las mujeres, los jóvenes, los ancianos, las víctimas de la droga y del tráfico humano, los desempleados, los trabajadores esclavizados y tantos otros, según lo referido en el Nº 402 del Documento de Aparecida. En esta lista, se incluye también a nuestra “Casa Común”, como afirma el Papa Francisco inmediatamente al comienzo de la encíclica Laudato Si’: “Entre los pobres más abandonados y maltratados, se cuenta a nuestra tierra oprimida y devastada…” (nº 2).

Para el sociólogo Dirceu Benincá, la Teología de la Liberación generó muchas prácticas innovadoras y una “nueva manera de ser Iglesia”. La opción preferencial por los pobres sería la toma de consciencia del verdadero compromiso de la Iglesia. Los pobres y oprimidos trascienden fronteras geográficas, históricas, étnicas, de género, culturales o religiosas.

Adital: En términos prácticos, ¿cómo se realiza la Teología de la Liberación en las acciones del día a día? ¿De qué modo ayuda la fe cristiana a la liberación de la miseria y de la pobreza?

DB: La fe cristiana puede recibir diferentes orientaciones prácticas, ya sea en una perspectiva intimista, fundamentalista, individualista, mercadológica o, de manera diferente, en una dirección comunitaria, solidaria, profética, libertadora. En el día a día, contribuye a la liberación de la miseria y de la pobreza, en la medida en que acerca a las personas, fortalece la conciencia crítica y creativa, estimula el diálogo, la participación y la solidaridad, fomenta una espiritualidad que mueve a la lucha colectiva por la mejora de las condiciones de vida.

La TdL generó muchas prácticas innovadoras y una nueva manera de ser Iglesia, identificada con las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), con la lectura contextualizada de la Biblia y con el protagonismo de los laicos. Inspiradas en las primeras comunidades cristianas, provocaron nuevas reflexiones teológicas y nuevas discusiones sobre el papel de la Iglesia en la sociedad. Se constituyeron en espacios privilegiados para vivir la fe, combatir el individualismo y ejercitar la vida comunitaria. Las CEBs y la TdL crearon una dialéctica efectiva y eficaz entre fe y vida.

Así pensadas y vividas, la fe y la espiritualidad ayudan a la liberación, al tiempo que superan una visión mágica de Dios y un modelo meramente dogmático y ritualístico de religión. Al apuntar a los cambios sociales y personales posibles y necesarios, la fe cristiana incorpora un compromiso libertador y se constituye en un combustible capaz de sustentar la reacción ante las más diversas formas de opresión. Para la TdL no basta la búsqueda de la liberación de alguna angustia existencial, lo que le vale es la liberación integral.

Adital: ¿Por qué la Teología de la Liberación es una corriente considerada incomprendida, difamada y hasta perseguida?

DB: Creo que hay dos razones básicas para eso. La primera tiene que ver con la denuncia que hace la TdL de las causas de la pobreza y de la miseria de millones de personas en el mundo. Los teólogos y teólogas de la liberación se niegan a ver ese fenómeno como una generación espontánea, consecuencia sin causa o hecho ante el cual quepan sólo acciones asistenciales o invocaciones a la piedad divina. Antes, por el contrario, toman tales realidades como productos históricos de un sistema social abominable, que genera desigualdades, enriquecimiento de algunos a costa de muchos. Ese sistema, consubstanciado en el capitalismo, se reconfigura continuamente pero mantiene inalterada la lógica del imperialismo, de la acumulación y de la exclusión social.

La otra razón se refiere a “qué hacer” ante esa realidad, después de denunciarla. La TdL señala la concientización, la organización y la búsqueda de la transformación de las estructuras injustas. Cuando los pobres se organizan y emergen como sujetos de derechos, comenzando por el “derecho a tener derechos” (Hannah Arendt), acaban inmiscuyéndose en varios intereses de segmentos de la sociedad y de la propia Iglesia. De ahí surgen, naturalmente, reacciones adversas, acusaciones, incomprensiones e intentos de censura. Pero la TdL no produce adeptos del miedo y sí del coraje, de la lucha y de la esperanza a toda prueba.

Adital: La Teología de la Liberación es acusada de ser una politización de la fe o una teoría comunista, ¿por qué?

DB: La TdL nace en un contexto social e histórico marcado por profundos procesos de opresión y exclusión. Sin embargo, eso no sería suficiente para que fuera identificada con una teoría marxista/comunista, pues podría haber asumido una orientación político-religiosa de legitimación del poder dominante, como lo hicieron en otros tempos otros modelos teológicos. Sin embargo, en el ADN de la TdL está la perspectiva profética y la comprensión de que la fe tiene necesariamente una dimensión política. Dimensión demostrada por Jesús al asumir la causa de la liberación de los pobres, lo que resultó en su muerte en la cruz.

Para leer, interpretar y buscar la transformación de la realidad, con sus múltiples contradicciones, los teólogos de la liberación utilizan teorías críticas entre las cuales pueden estar los abordajes marxistas. En la base de la acusación de que la TdL se desvió hacia el “nefasto” comunismo está la intención de sus opositores de descalificar ese pensamiento teológico. Ningún eventual o puntual reduccionismo teórico de la TdL puede ser una razón suficiente para considerarla inadecuada. El análisis contextualizado y crítico de la realidad, asociado con la evocación de un Cristianismo pragmático y libertador, convierte a la TdL en una propuesta incómoda para muchos. Ésa es la causa de muchas acusaciones indebidas.

Entre las principales contribuciones de la TdL, Benincá destaca la consolidación de un nuevo paradigma teológico y de una nueva metodología pastoral, basada en el triplete “ver-juzgar-actuar”, del cual emergieron múltiples movimientos populares, pastorales y sociales.

Adital: ¿Qué contribuciones trajo la Teología de la Liberación a América Latina?

DB: Una de las principales contribuciones fue la consolidación de un nuevo paradigma teológico y de una nueva metodología pastoral, basada en el triplete ver-juzgar-actuar. La TdL hizo ver que las estructuras sociales y el funcionamiento de la sociedad son producciones humanas, que pueden y en muchos casos deben ser transformados. Y además de eso, que esa tarea es consecuencia inmediata de la fe cristiana y requiere el protagonismo de los pobres. Ellos ya no son vistos como meros objetos de caridad sino como sujetos de su historia y de su emancipación.

Articulada con la Pedagogía, la Filosofía y otras ciencias con una orientación libertadora, la TdL contribuyó a crear consciencia crítica. Entre sus legados hay una fuerte cultura política y ciudadana, de donde emergieron múltiples movimientos populares, pastorales sociales, organizaciones no gubernamentales, instituciones, grupos de base, movimientos políticos, sindicales, culturales en defensa de la justicia, de los derechos, de la dignidad, en fin, de la vida de los marginados, oprimidos y excluidos. Se destaca también la formación de un incontable número de líderes sociales y eclesiales, así como el testimonio de muchos mártires de la fe cristiana y de la lucha por la liberación.

Adital: Muchos afirman que la Teología de la Liberación es una corriente que ya perdió actualidad y relevancia. ¿Cómo evalúa esa concepción?

DB: Es verdad que hoy la TdL no tiene tanta visibilidad, o tal vez sea mejor decir, ya no es tan combatida abiertamente, como en los años 1980 y 1990. Los tiempos son otros. Muchas cosas cambiaron en el interior de la Iglesia y de la sociedad, inclusive, con una gran contribución dada por la propia TdL. En mi evaluación, no perdió actualidad ni relevancia. Mientras haya situaciones de pobreza y de exclusión, su contribución será relevante. Y actual también siempre será, dado que está enraizada en el proyecto libertador de Jesucristo. No se trata de un modelo teológico acabado sino en permanente proceso de construcción. Y en eso reside su gran capacidad de actualizarse continuamente.

La actualidad de la TdL puede ser percibida con claridad en la figura del Papa Francisco, que, con simplicidad, alegría y ternura evangélica, sabiduría y coraje profético, lenguaje y metodología popular, está causando grandes impactos positivos en la Iglesia Católica y en el mundo entero. Esa manera de hacer Teología, de conducir y alentar a la Iglesia, es altamente provechoso porque integra la fe con la vida concreta. Ante el actual sistema neoliberal, que transforma todo y a todos en mercancía, la TdL no es sólo útil y necesaria. Es también indispensable.

Adital: ¿Cuáles son hoy los nuevos líderes de la Teología de la Liberación, además de los dos principales teólogos brasileros Leonardo Boff y Frei Betto? ¿Hay un trabajo de renovación?

DB: Hay varios otros teólogos y teólogas brasileros con significativas contribuciones en el ámbito de la Teología de la Liberación. No voy a dar nombres. El hecho de que sus producciones no sean tal vez tan conocidas como las de los dos teólogos citados no significa que no tengamos a alguien más haciendo, reflexionando y escribiendo en esa dirección. Por otro lado, se debe considerar el avance de tendencias más carismáticas y conservadoras en el interior de las Iglesias, en general. Creo que el intenso y exitoso trabajo que el Papa Francisco está realizando contribuye de manera directa a la renovación de la Iglesia y al fortalecimiento de la TdL. Agréguese a esto los muchos encuentros, congresos, seminarios, publicaciones, centros teológicos y proyectos de formación de laicos que, ciertamente, favorecen la revigorización de esta perspectiva teológica.

Adital: ¿Cuáles son las convergencias y divergencias entre los más antiguos y los jóvenes en la Teología de la Liberación? ¿Qué debe hacerse para la construcción de un diálogo y de una continuidad?

DB: De manera genérica, pienso que las convergencias están relacionadas con las referencias bíblicas y teológicas en defensa de la liberación integral de la persona humana, de la justicia social y de la vida digna para todos. Si hay divergencias, tal vez se den en cuestiones de método y puntos de vista sobre temas específicos. Sin embargo, la TdL no huye de las divergencias, pues ellas también ayudan a generar el debate, tan necesario para dar consistencia a la propia Teología.

La discusión de temas emergentes, como la ecología, nuevas modalidades de ministerios (ordenación de mujeres, ordenación de hombres casados, celibato opcional), nuevas constituciones familiares y otros vinculados a las nuevas realidades políticas, culturales y religiosas están en el horizonte de la TdL. Para eso, pienso que es fundamental el coraje profético de miembros de la jerarquía para romper ciertos tabúes y fomentar el cambio desde adentro de la Iglesia. Estos son también desafíos para los teólogos y teólogas de todas las generaciones.

Para Benincá, la TdL continúa actual y relevante, y es un modelo teológico en permanente construcción. En el futuro de la TdL están la defensa incondicional de los derechos y de la vida de los pobres, el cuidado de la “Casa Común” y una “urgente” democratización del poder en la Iglesia, con la participación de las mujeres en condiciones de igualdad de derechos en relación con los hombres.

Adital: ¿Cuál es el futuro de la Teología de la Liberación?

DB: Es difícil prever el futuro de la Teología de la Liberación, incluso porque se ha vuelto cada vez más difícil hacer cualquier tipo de previsión sobre el futuro. Hay una inestabilidad y una volatilidad muy grande en la sociedad llamada “alta modernidad”, modernidad líquida (Bauman) o posmodernidad. Aunque prevalezca tal escenario, apuesto a la necesidad imprescindible de fortalecer la TdL, dada su importancia para la vida de las Iglesias y para la sociedad como un todo. Creo que ella da la razón fundamental de la fe y de la esperanza cristiana.

Creo también que el futuro de la TdL pasa inevitablemente por tres puntos: defensa incondicional de los derechos y de la vida de los pobres, fortalecimiento de la cultura del cuidado de la “Casa Común”, empeño decidido y urgente para democratizar el poder en la Iglesia, con la participación de las mujeres en condiciones de igualdad de derechos con los hombres.

Adital: ¿Cómo evalúa la relación del Papa Francisco con la Teología de la Liberación? ¿Qué contribuciones ha hecho el Sumo Pontífice al tema?

DB: El Papa Francisco es la expresión más autentica de quien comprendió la autenticidad, la vitalidad y la actualidad de la TdL. Sus contribuciones son innumerables y, por cierto, muchas de ellas serán percibidas con el paso del tiempo. Sin embargo, vale registrar su valiente empeño para promover cambios internos en la vida de la Iglesia, comenzando por el Vaticano; su apertura ecuménica, junto con el lenguaje y la manera popular de ser que lo caracterizan. Eso no le impide hacer profundas y valientes denuncias proféticas ante situaciones y estructuras que hieren la dignidad humana. Su postura en defensa de los pobres y de sus organizaciones es inconfundible. El diálogo con los movimientos populares es otra actitud inédita y de gran significado social, eclesial y teológico.

Hay una nítida intencionalidad, con acciones concretas, para garantizar un papel más central de las mujeres en la vida de la Iglesia, más allá de una sensibilidad ante las nuevas constituciones familiares. La convocatoria al cuidado del medio ambiente, expresado de manera emblemática en la encíclica Laudato Si’; su testimonio de pastor con “olor a oveja”, lejos de pompas principescas; su insistencia en la misión de una Iglesia “hacia afuera”, comprometida con las causas de la justicia y no autorreferencial. ¡Todo eso retrata la comprensión y la contribución del Papa Francisco a la Teología de la Liberación!

Lea también

[ENTREVISTA ESPECIAL] Las contradicciones en el reconocimiento de Don Romero dentro y fuera de la Iglesia
Frente a la globalización, La Teología de la Liberación es más necesaria que nunca, dice un teólogo
El Papa, la Iglesia y los movimientos sociales
Misericordia que transforma
Fray Clodovis Boff: sólo es posible una Teología de la Liberación bajo la condición de comenzar y terminar en el horizonte de la fe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario