martes, 1 de agosto de 2017

El paradigma del bien común de la humanidad.


Juan José Tamayo

Con el bagaje intelectual, la competencia científica, la militancia política y el compromiso social que le caracterizaron, François Houtart asumió durante los dos últimos lustros, la apasionante tarea de construir un nuevo paradigma fundado en el “Bien Común de la Humanidad”. Lo hizo en dos obras mayores, que constituyen su principal aportación más creativa e innovadora en la búsqueda de Otro Mundo Posible, en plena sintonía con el Foro Social Mundial, del que fue uno de sus principales inspiradores.

Una es El camino a la utopía y el bien común de la humanidad (Estado Ruth Casa Editorial-Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia-Oxfam, Panamá-La Paz, 2012, 266 p.), cuyo origen se encuentra en las investigaciones de Ricardo Petrella tendentes a reformular la noción tradicional de Bien Común. Lo que hace Houtart es dotar a dicha noción de un sentido nuevo en el actual contexto político y económico dominado por la ideología y la práctica neoliberales en todos los terrenos de la existencia humana. Otra obra es Un paradigma poscapitalista: el bien común de la humanidad (Rut Casa Editorial, 2012)., de la que es director y coautor y recoge las reflexiones sobre el Bien Común de la Humanidad desde diferentes perspectivas: el movimiento obrero, el movimiento campesino, las mujeres afrodescendientes, los pueblos indígenas de América, el movimiento de Ciencia Popular de India, el pensamiento crítico marxista, el movimiento ecologista, etc.

En enero de 2009 se propuso por primera vez en la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Monetaria Internacional la creación de una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad, paralela a la Declaración Universal de los Derechos Humanos con el objetivo de defender un nuevo paradigma para salvar a la Humanidad y al Planeta. La idea fue retomada por el sacerdote y político nicaragüense Miguel D’ Escoto durante su presidencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas 2008-2009 con la elaboración de la Declaración Universal del Bien Común de la Madre Tierra y de la Humanidad.

Tres son los ejes temáticos en los que se sustenta el nuevo paradigma de Houtart, los cuatro mediados por la praxis emancipatoria: la ética, la utopía y el bien común de la humanidad.
Propone, en primer lugar, la ética de la incertidumbre en las ciencias sociales, bajo la guía de la epistemología compleja de Edgard Morin, la teoría económica de Franz Himkelammert y la ética de la liberación de Dussel. Frente a la racionalidad rígida de la epistemología clásica, la teoría de la complejidad reconoce la importancia de la temporalidad, la multidimensionalidad y la transdisciplinariedad, que conducen al descubrimiento de la ambivalencia y aleatoriedad de lo real, a la fluidez de los conceptos, a la incertidumbre y a la pluralidad de instancias epistemológicas.

En otras palabras, el pensamiento complejo cuestiona la concepción evolucionista y lineal de la historia, defiende la pluralidad de teorías del conocimiento y considera que la lógica aristotélica debe completarse con la lógica que Morin llama “diálogo de las contradicciones”. Según esto, la teoría de la complejidad se articula en torno al tetragrama “orden, desorden, interacción, organización” en un feed-back dialéctico, que da lugar al paradigma de la “auto-eco-re-organización”.
Sin negar los logros de la modernidad, Houtart critica muy certeramente su principal vínculo material e ideológico: el capitalismo. A partir de aquí propone una ética en la perspectiva de la incertidumbre, que implica:
a) deslegitimar el capitalismo como sistema, no solo en sus efectos perversos, sino también en su lógica; hay que deslegitimarlo porque destruye las dos fuentes de su propia riqueza: el ser humano y la naturaleza;
b) globalizar y hacer converger las resistencias al neoliberalismo y las luchas alter-globalizadoras.
c) reconstruir la esperanza

Papel fundamental juega aquí la ética de la liberación de Dussel, que reconoce la necesidad de la mediación de las ciencias sociales en la reflexión ética, si no quiere caer en el idealismo. Una ética cuyo principio material es la defensa de la vida y cuyo principio universal es la producción, reproducción y desarrollo de la vida humana con el reconocimiento de las diferentes culturas. Es la ética necesaria, al decir de Himkelammert, cuyo criterio de verdad y última instancia es la vida, sin la cual no hay supervivencia de la humanidad ni de la naturaleza.
El segundo elemento es la Utopía entendida no como sueño irrealizable, sino como algo que no existe hoy, pero que puede y debe existir mañana. Es la utopía necesaria de la que habla Paul Ricoeur, que requiere definir los objetivos y debe empezar a dar pasos en dirección a las alternativas en todos los terrenos de la existencia para hacerlas realidad.

El cuarto es el Bien Común de la Humanidad. Aristóteles afirma en su Política que ninguna sociedad puede existir sin compartir o tener algo en común, si bien cree que lo común debe reducirse al mínimo. Houtart desmiente a Aristóteles. En su enfoque sociológico, el concepto de Bien Común implica los fundamentos de la vida colectiva de la Humanidad en la Tierra: relación con la naturaleza, producción de la vida, organización política y expresión de lo real (cultura).
Como respuesta a la crisis sistémica que tiene múltiples caras –financiera, económica, alimentaria, energética, climática-, Houtart propone un nuevo paradigma cuyas principales características son las siguientes:
– Redefinir las relaciones con la naturaleza: de la agresión al respeto de la naturaleza como fuente de vida.

– Reinventar la producción de la base de la vida privilegiando el valor de uso sobre el de cambio; reorganizar la vida colectiva a través de la radicalización de la democracia en las instituciones y en las relaciones sociales.
– Activar la interculturalidad en la construcción del “Bien Común” universal. El nuevo paradigma demanda una nueva filosofía de la naturaleza y de la humanidad
Desde la sintonía de Houtart con las concepciones morales del mundo indígena, subraya la correspondencia y el parentesco del paradigma del Bien Común de la Humanidad con el paradigma ético del Sumak Kawsay (Bien Vivir) de los Pueblos Indígenas, recogido en las Constituciones de Ecuador y Bolivia y en el Plan Nacional para el Buen Vivir de Ecuador 2009-2013. Ambos paradigmas coinciden en la necesidad de revertir la lógica perversa del capitalismo, cuyo motor es la acumulación, y someterla a la lógica de la producción y reproducción de la vida.

El Bien Común de la Humanidad es el contrapunto del “Bien individual”, defendido por el liberalismo económico “y considerablemente debilitado” por el neoliberalismo. Tiene que ver con el “ser”, con el “vivir”, mientras que la lógica del capitalismo lleva derechamente a la muerte de los seres humanos y de la naturaleza. La realización del Bien Común exige la producción material de la vida, la necesidad de regeneración de la Tierra y la organización social y política colectiva en busca del sentido y bajo una guía ética emancipatoria. En definitiva, el “Bien Común de la Humanidad” es, para Houtart, la meta, la utopía cuyo destino es orientar la acción.

Esta propuesta está próxima a las experiencias de otros pueblos, culturas y cosmovisiones: el Reino de Dios y sus valores en la Teología cristiana de la Liberación; la memoria subversiva de las víctimas, la protección de los derechos de los huérfanos, las viudas y los extranjeros, y el descanso de la Tierra, en el judaísmo; la interdependencia, la compasión y la paz, en el budismo; la hospitalidad en el islam, etc.; la satisfacción del sistema de “necesidades/capacidades” de Marx.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Cencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” autor de Para comprender la teología de la liberación (EVD, 2008. 6ª ed.; La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant lo Blanch, 2011, 21 ed.). Los primeros días de septiembre aparecerá su nuevo libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Editorial Trotta).

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